El Profesor (Parte 3) - Relatos Eróticos

El Profesor (Parte 3)

... campeón –me despedí-. Sueña bonito. -Buenas noches, señor –mi cuerpo tembló al oírlo decirme señor de esa forma tan lujuriosa-. Sueñe cosas sucias… conmigo, obviamente. -¿Sabes que ya no hay necesidad de tutearme, verdad? –pregunté. -Lo tengo clarísimo –respondió-. Desde ahora lo haré, aunque me quedaré con el “señor”. Le da un toque más morboso. Lo gracioso fue que al final a mí me costó dormir. Pero el sueño me venció y desperté cuando la alarma sonó. Aún no amanecía cuando salí de mi casa con mis maletas. Llegué a nuestro punto de reunión, y comencé a anotar a quienes iban llegando para que fueran tomando asiento en el bus. Mi rostro se iluminó cuando vi a Rocco. Me encantaba ver su rostro cuando despertaba. Todavía tenía los ojos hinchados por el sueño y sus mejillas sonrojadas. Amaba la mezcla de ternura y chico malo que tenía su cara. -Buenos días –me dijo cuando estuvo frente a mí. -Buenos días –respondí-. Tarde en llegar, como siempre. -No hay que perder las costumbres –respondió. -El único asiento que queda libre es el que está junto al mío –todos miraban a Rocco de forma burlesca -. Sacó el premiado, ¿verdad? -Estoy saltando de alegría –dijo de forma sarcástica y con rostro serio. Sus compañeros se reían de él cuando pasó derrotado por el pasillo hasta el asiento final. Una vez sentados, me tomó la mano y me la acarició con el pulgar. Desde donde estábamos quedábamos lo suficientemente ocultos para que pudiéramos entrelazar las manos y piernas y adoptar una ...

... postura más cómoda. En el primer asiento estaba el apoderado que se encargaría de orientar al chofer del bus en las paradas que teníamos planeadas antes de llegar a nuestro destino. Hasta entonces, sólo disfrutamos del paisaje verde, y de algunos comentarios sarcásticos de Rocco para mantener las apariencias. -Tenemos tres paradas planeadas antes de llegar al lago –dijo don Rigoberto en voz alta-. Según mis cálculos, estaríamos llegando a las 11, si nos detenemos media hora en cada parada. -Será así si se mantienen ordenados y salimos a las horas estimadas –dijo doña Eloísa-. Así que, por favor, no se aparten mucho del grupo para no tener que salir a buscarlos uno por uno. En cada parada Rocco se juntaba con sus amigos a recorrer los atractivos, mientras yo me quedaba con los padres hablando sobre el itinerario. Podía ver en su cara que pensábamos lo mismo: queríamos estar el máximo de tiempo juntos. Pero ya llegaría la noche. La parte positiva fue que el paisaje era hermoso. La vista del volcán era preciosa y logré capturar imágenes muy buenas. A las 10:55 llegamos al lago y dejamos las cosas en mi cabaña. Mientras unos desempacaban, otros se encargaban de preparar la comida, pues estábamos muertos de hambre. A las 1 pm, nos sentamos a la mesa para comer. Fue ahí que tuve un momento de nostalgia. Eran mi primera jefatura, y ya se iban para comenzar una nueva etapa. En el tiempo que estuvimos juntos, logramos entablar una muy buena relación, que se vio reflejada en lo bien ...