Dormimos desnudas, nos abrazamos… y alguien nos vio todo - Relatos Eróticos

Dormimos desnudas, nos abrazamos… y alguien nos vio todo

Se quedó a dormir en mi casa. No hacía tanto calor, pero por alguna razón las dos nos quitamos la ropa. Solo nos tapamos con una sabanita fina, de esas que apenas cubren lo justo. No era plan con intención… pero al mismo tiempo sí se sentía diferente.

Nos acostamos de lado, frente a frente. Las chichis se nos tocaban de a poquito con cada respiración. La cobija nos dejaba descubiertas de la cintura para arriba, pero ninguna dijo nada. Ella me acariciaba la cintura con la yema de los dedos, y yo me hacía la dormida. Estaba mojada, pero no de sudor.

Después me di la vuelta y ella se pegó detrás de mí. Su cuerpo entero encajaba en el mío como si hubiéramos dormido así toda la vida. Sus nalgas suaves rozaban mis muslos. Sus pechos se aplastaban contra mi espalda. Y luego… me abrazó con los brazos, y también con los pies. Me encerró completa.

Y justo en ese momento… pasó.

La puerta no estaba bien cerrada. Escuchamos el sonido del piso de madera. Levanté la vista y en el reflejo del clóset lo vi: mi primo, parado, viéndonos. No dijo nada. Solo miró. Se quedó congelado. Luego bajó la cabeza… y se fue.

No dijimos nada. Solo fingimos seguir dormidas. Pero sentía su respiración acelerada en mi nuca, y la mía estaba igual.

Por la mañana, cuando todo parecía normal, nos movimos para acomodarnos. Y ahí lo noté. La sábana, justo entre nosotras, tenía una manchita húmeda, como una mezcla de nuestros cuerpos. No sé si fue mío, suyo… o las dos. Pero ahí estaba. Calladita. Testigo silencioso de todo lo que no nos atrevimos a decir.

Mi primo no volvió a mirarme igual. Y yo no sé si quiero que vuelva mi amiga… o que nunca se vaya.