1. Alex, 18 años, casi Alexia de tan lindo (7)


    Fecha: 10/02/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... durante un rato esas deliciosas nalgas tan indefensas y apetecibles. Las acarició y luego, movida por un impulso irresistible, pasó su mano verticalmente por la hendidura que las separaba para después humedecer con su propia saliva el dedo índice de su mano derecha y hundirlo hasta el nudillo en el orificio anal del jovencito, que corcoveó violentamente al sentirse penetrado.
    
    Era tal la temperatura erótica que reinaba en la habitación que el aire parecía haberse espesado para contener los suspiros, gemidos y jadeos de Alex.
    
    Antes de comenzar la paliza la matrona le ordenó al jovencito que fuera contando cada chirlo y luego dijera “gracias, señora”
    
    -Porque vas a gozar, putito, y es lógico que me agradezcas ese goce.
    
    -Sí, señora… -murmuró Alex y de inmediato la mano de Ligia comenzó a caer una y otra vez sobre sus nalgas, que se iban enrojeciendo y cobrando temperatura en tanto el chico se entregaba sin reservas a ese dolor que sentía como un dolor extraño, intenso y voluptuoso, un dolor−placer, un placer−dolor que le había sido revelado por el señor Z y que de allí en más le iba a resultar imprescindible, tanto como ser penetrado y usado por la boca.
    
    -Cinco… gracias, señora… -contaba Alex con esfuerzo, ya que su excitación era tanta que le costaba hablar.
    
    De pronto Ligia se echó a reír e interrumpió por un momento la zurra: -No quieran saber lo caliente que está el putito… dijo después de una sonora carcajada que intrigó a los tres Amos.
    
    -¿Qué quiere ...
    ... decir, señora? –preguntó el ingeniero.
    
    -Siento en mi pierna lo calentito que lo tiene la paliza que le estoy dando… -explicó Ligia en medio de una risita burlona mientras el chico sentía que la vergüenza le hacía arder las mejillas.
    
    Esta vez fueron los tres vejetes quienes estallaron en risas al comprender la aclaración de la mujerona, que había reanudado los chirlos y con ellos la morbosa música hecha del restallar de la mano en las nalgas y los jadeos y gemidos de Alex y los suspiros de Ligia. Por fin, cuando la cola del jovencito lucía ya bien roja, la matrona decidió dar por terminada la zurra y echó al chico al suelo. El ingeniero, con su verga ya bien dura y erecta, se acercó, tomó la cadena del collar y dio un violento tirón al tiempo que vociferaba una orden: -¡De rodillas, nene putito!
    
    -Sí, señor… -murmuró Alex.
    
    -¡Las manos en la nuca! –intervino el escribano. -¡putito y masoca! ¡sos completo, che!
    
    -Sí, señor… -repitió el chico un segundo antes de obedecer mientras se frotaba las nalgas y pensaba que su masoquismo tenía un límite, ya que por nada del mundo querría volver a sufrir la tortura de los azotes con vara y con cinto, que Ligia le había hecho probar para domarlo después de su captura y traslado a la mansión.
    
    -¿Esta bien así, amigos?... ¿de rodillas y con las manos en la nuca para que nos haga una buena mamada o prefieren que sea en la cama? –consultó el escribano a sus cómplices, que aceptaron entusiasmados y calientes la postura en que Alex iba ...
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