1. Seducido por mi subordinada (1.1)


    Fecha: 05/11/2025, Categorías: Hetero Autor: El otro yo, Fuente: CuentoRelatos

    ... –alcancé a contestar como la atadura sobre mis labios me lo permitía. Micaela sonrió ante mi desesperación y me acarició con cariño mirándome a los ojos.
    
    -Rogámelo –dijo, otra vez con tono levemente imperativo, llevando una uña a mi cuerpo. El leve rasguño me hizo gritar de placer. Era incapaz de decir nada. Solo bufaba como un animal.
    
    -Pod favod… -le imploré tanto con mis palabras como con mis ojos. Sentía como, además, mis brazos comenzaban a cansarse debido al tiempo que llevaban levantados.
    
    -¿Por favor qué?
    
    -Quiedo cogedte
    
    -Yo también quiero que me cojas jefecito, pero no sé si es justo darte ese premio después de lo que me hiciste esperar. Vas a tener que esforzarte más para compensarme –la miré extrañado– decime que me deseás
    
    -Te dejeo –entre la corbata y mi agitación se me dificultaba hablar– mad que a nada –empezó a moverse de nuevo sobre mi miembro– ahhh haje mejes que holo pienjo en vos
    
    -¿Ah sí?
    
    -Ji –solo la desconcentración que me producía el dolor de mis brazos me impedía acabar.
    
    -Está bien –dijo parándose y recogiendo su falda– pero antes de cogerme vas a tener que hacer algo por mí.
    
    -Aha –me empujó despacio, haciendo que me recostara en el sofá y descansara mis brazos en el lateral– lo que jea –no pudo evitar una sonrisa de satisfacción
    
    -Vas a hacerme la mejor comida de concha de mi vida
    
    Apenas terminó esas palabras se acomodó encima de mí y corrió su bombacha y mi corbata. En cuanto su sexo estuvo a mi alcance empecé a lamerlo de arriba abajo. Micaela me fue indicando lo que quería que hiciera: “lameme”, “chupá”, “mordeme despacio”. De a poco sus órdenes fueron haciéndose más espaciadas, mientras las reemplazaba por gemidos. Pasados unos minutos me agarró de la cabeza, pegándome a ella con fuerza y gritando “así jefecito” o “seguí, no pares”. Por último, me tiró fuerte del pelo y gimió durante algunos segundos, sin casi dejarme respirar. Yo seguía lamiendo con todas mis fuerzas hasta que finalmente me liberó.
«1...3456»