-
Promoción del 93. Capítulo 61
Fecha: 16/11/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: MujerQueDesea, Fuente: TodoRelatos
Dieciocho meses. No parecían muchos. No eran tantos. Pero a Félix le habían cambiado la piel, la voz, la mirada. El tiempo desde la muerte de Marisa no se medía en días ni semanas. Se medía en silencios. En noches en que se giraba por inercia en la cama y tocaba solo la almohada. En las veces en que Eva pronunciaba “mamá” y no lo hacía llorando, sino recordando. Eva tenía ya cinco años. Iba al colegio con su mochila rosa y su melena castaña. Era inquieta, despierta, curiosa. Cada día se parecía más a Marisa. En los ojos, sobre todo. En el modo de fruncir el ceño cuando algo no le cuadraba. En el brillo de la risa cuando algo le encantaba. —Papá, ¿puedo llevar la bufanda que me hizo mamá? —le había dicho esa mañana. Félix la ayudó a anudarla con delicadeza, mordiéndose los labios. —Claro, princesa. Es tu amuleto —respondió. En la entrada del colegio, Eva se despidió con su habitual carrera, lanzándole un beso al aire. Félix lo atrapó con los dedos, como cada día. Luego volvió a casa caminando, como solía hacer cuando necesitaba pensar. El piso estaba lleno de señales de Eva: lápices, cuentos, dibujos colgados con pinzas. Y también lleno de rastros de Marisa: un cuaderno de notas que aún no se había atrevido a abrir del todo, un perfume en la repisa del baño, la bata de algodón que ella usaba para estar por casa, y que él no permitía que nadie tocara. El cuarto de la niña seguía igual. El arcoíris pintado en la pared, el nombre EVA rodeado de ositos ...
... estampados. A veces Félix se sentaba allí cuando Eva dormía. Como si el eco de Marisa viviera aún entre los peluches, o en la lámpara de nube que ella había elegido con tanto mimo. Había aprendido a sonreír de nuevo, aunque con menos ruido. A veces quedaba con Estefanía y Teresa, que seguían viniendo de vez en cuando a ver a su “sobrina”. También había reanudado el contacto, poco a poco, con Sonia y los demás. Solo de Aurora había sabido poco desde el fallecimiento y funeral de Marisa. Una noche, al arropar a Eva, ella le preguntó: —Papá… ¿tú crees que mamá me ve desde donde está? Félix sintió un nudo subiéndole desde el estómago al pecho. —Sí, cielo. Claro que sí. Seguro que te ve. Y está muy orgullosa de ti. Eva asintió, ya medio dormida, con la bufanda de su madre entre los dedos. —Entonces no tengo miedo —susurró. Félix la besó en la frente. Y en silencio, pensó en lo que vendría. En las páginas nuevas. En los pasos que aún no se habían dado. Pero aquella noche no quiso ir más allá. Solo quería quedarse allí, sintiendo que en aquella habitación vivían las tres: Marisa, Eva y él. Y que el eco de la risa de Marisa seguía vibrando, suave, en cada rincón de su vida. *** En unas de las visitas de Estefanía para ver a su ahijada, la amiga pidió a Félix tener una charla seria mientras Eva coloreaba distraída unos dibujos. —Y bien…— dijo Félix a Estefanía acercándole un café con leche y sentándose frente a ella. —¿Cómo te va Félix? —¿A qué te ...