Ayudando a Mamá (05).
Fecha: 14/08/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: nokomi, Fuente: RelatosEróticos
... Casi suspendo todo, pero recordé lo que ella me había dicho, que sólo debía detenerme si escuchaba el nombre de mi padre.
- Callate puta – le dije con furia actuada, pero convincente.
Le di una nueva estocada y ella volvió a gritar, su culito debía estar sufriendo mucho. La verga se le estaba clavando sin lubricación. Ella gemía “Ohhhhhhh, ahhhhhhhh” e intentaba apartarse de mí pero yo era más fuerte. Me clavó las uñas en el brazo, intenté enterrar más mi miembro pero se me hacía muy difícil, su culito aún no dilataba bien, retrocedí un poco como para que el esfínter se relajara y volví al ataque, esta vez conseguí meterla toda, hasta el fondo. Ella se retorcía de dolor y luchaba frenéticamente con la clara intención de escapar. Subí mi brazo izquierdo, con el cual aún la sujetaba firmemente, llegué a agarrar su quijada y la apreté entre mis dedos obligándola a tirar la cabeza hacia atrás.
- Quedate quieta, puta de mierda – le dije al oído.
Si bien me dolía tener que decirle esas cosas a mi madre, no podía evitar calentarme, me estaba poniendo a tono con la situación. Caminé empujándola conmigo, a cada paso que dábamos mi pene se movía bruscamente en su orificio. Llegamos hasta la parte posterior del sofá, la tiré sobre el respaldar, dejándola con el cuerpo a noventa grados y la cara contra la parte superior del sillón. Le apreté fuerte una teta sin dejar de arremeter contra su culo. Pude ver por su expresión que aún le dolía mucho, pero sabía que en el fondo lo ...
... estaba disfrutando. Tiré con fuerza de su cabello para verle la cara mientras comenzaba un “mete y saca” a buen ritmo.
- Tenés el culito seco, pero cómo se te abre – le dije – pero tenés cara de putita, te debés estar mojando toda.
- No, basta. Por favor, me duele mucho – decía con los dientes apretados mientras gotitas de sudor caían por su roja cara.
Hice caso omiso a sus palabras y busqué su otro agujerito. Llevé mi verga hasta él y la clavé sin asco. Me sorprendió mucho lo dilatado y mojado que estaba, era como si ella me sorprendiera con el pene completamente duro, hasta el punto en que dolía. Debía admitir que ella lubricaba rápido, por lo general bastaban con unas caricias en su zona sensible para que el líquido sexual comenzara a bajar. Apenas la enterré completa ella gritó, pero fue más una exclamación de placer que de dolor. Era un gemido intenso y grave, lo conocía muy bien, cuando emitía ese sonido era lo mismo que decirme “Eso no me lo esperaba y me encantó, cogeme más fuerte”, lo sabía porque ella misma me lo había explicado. Y como buen indio guerrero enfrentando a un digno rival, le di pelea.
Utilicé mi pie para separar sus piernas y le di frenéticamente. Ella opuso mucha resistencia, intentaba pararse derecha y me vi obligado a apoyar una mano contra su espalda y así poder retenerla en su lugar. Sentía mis huevos bambolearse con mis rápidos movimientos, su conchita estaba más rica que nunca y sumisa me invitaba a pasar, aunque esta era la única ...