1. La mala samaritana


    Fecha: 19/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... detrás de mí, me tocó el culo de nuevo. Me di la vuelta, sus brazos rodearon mi cuello, le cogí el culo y nos besamos largamente. Yo era de empalme rápido y el beso ya me puso burro. Laura la sintió y le gustó, eso le demostraba que me gustaba cómo mujer. Me quitó la camiseta sin mangas, yo le quité el vestido. Por debajo llevaba un corsé de color negro cómo sus medias, unas medias sujetas por unas ligas rojas y negras. La derecha sujetaba una 22 mm. La quitó y la puso en un cajón de un aparador victoriano con espejo. Para eso tuvo que darse la vuelta.
    
    Le eché las dos manos al culo y después le mordí las bragas, tire, se las rompí y se las arranqué. La empotré contra el aparador. Se apoyó con las manos en él y abrió las piernas. Le lamí el coño y el culo, y después profané su ojete con mi lengua mientras la nalgeaba. Laura ya gemía cómo una veinteañera. Al dejar de profanar su ojete saqué la polla y se la clavé en el coño. Ya estaba mojada y entró cómo una centella. Le jalé el cabello, le hice en el cuello un chupón estilo Drácula. Follándola fuerte y hasta el fondo, le dije:
    
    -¡Te voy a reventar el coño, perra!
    
    Laura, mirando nuestro reflejo en el espejo, me dijo:
    
    -¡Mas quisieras, cabrón!
    
    Le jalé el cabello con fuerza, le azoté el culo con la otra mano y le di a romper… Cada vez que paraba, me follaba ella con el culo… Le giré la cabeza para comerla la boca. La cabrona me escupió en la cara y me dijo:
    
    -¡Perro!
    
    Le devolví el escupitajo y después casi nos ...
    ... cargamos las lenguas. Luego la follé cómo lo haría un lobo, a toda hostia… La follé así hasta que se corrió gritando cómo una loca. Seguí con la misma intensidad al acabar de correrse. Mi polla hacía que sus jugos salpicaran dentro de su coño al llegar al fondo… En nada se volvió a correr. Cuando acabó, le seguí dando hasta que sentí que se iba a correr otra vez. Con la polla clavada hasta el fondo, me corrí dentro de ella. Me dijo:
    
    -¡¿Qué haces, maricón?! ¡Me iba a correr!
    
    -¡Calla, tortillera!
    
    Le tapé la boca con una mano. Acabé de correrme, Se dio la vuelta, me agaché delante de ella y comencé a comerle el coño. Se puso zorra perdida. Agarró mi cabeza con las dos manos, la apretó contra ella, y dijo:
    
    -¡Traga tu leche, cerdo, traga!
    
    Metí mi lengua entre los pelos de aquel coño peludo (el pelo era negro) y sin sacarla de dentro le lamí el clítoris. Movió la pelvis de abajo a arriba, de arriba abajo, hacia los lados… Al ratito se puso tensa. De los gemidos paso al silencio. Dejó de respirar… Estaba guardando el aire, sí, lo guardaba. Sus piernas comenzaron a temblar. Sentí los flujos calentitos de su corrida en mi lengua y oí como soltaba todo el aire guardado, en un:
    
    -¡¡¡Dios!!!
    
    El placer que sintió fue bestial, lo sé porque se quedó con dos mechones de mi cabello en sus manos.
    
    Cuando la dejé libre, se dio la vuelta, y me dijo:
    
    -Realmente eres un guarro de cojones.
    
    -Los cojones los tengo limpios.
    
    -Tú ya me entiendes.
    
    Se quitó el corsé y los ...
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