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Inspector afortunado
Fecha: 02/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Euge, Fuente: CuentoRelatos
... agachó. Le acarició el bulto a través del pantalón y despaciosamente le bajó el cierre. Miró como loba hambrienta el miembro que sacó para afuera y apreció que éste rápidamente al contacto con su mano cobró vida y estaba casi todo erecto. Era una verga de considerables dimensiones y le empezó a gustar el juego. El aroma almizcleño llenó sus orificios nasales y no pudo evitar estremecerse de deseo. Comenzó a lamerla haciendo correr la lengua arriba y abajo y todo alrededor de la carne tibia e hinchada. Luego se la colocó dentro de la boca y comenzó a succionarla hasta que adquirió todo su poderío. Fue entonces que la dejó escapar de su boca y se puso de pie besándolo en los labios. El inspector la estrechó fuertemente y llevándola hacia la cama la desvistió lentamente. La contadora estaba excitadísima. Su entrepierna ya se había humedecido y la invadía una ola de placer. El la dejó por un instante para quitarse la ropa, mientras ella se acariciaba las tetas y su vagina como tantas veces lo había hecho después de escuchar su voz por teléfono. Una vez desnudo, regresó a la cama con su verga totalmente erecta y comenzó a besarla desde la punta de los pies, acercándose a la entrepierna que rodeó con su lengua. La mujer separó sus piernas al tiempo que respiraba hondo y anhelante pensando en lo que le haría el ...
... inspector. Este le daba suaves golpecitos con su lengua a los labios vaginales y luego concentró toda su atención en el clítoris, mordiéndolo mientras la hacía templar y gemir de placer. Cuando los dedos se internaron bien adentro ella no aguantó más y se descargó. Entonces se la chupó toda y después la besó furiosamente. Un momento después estaba nuevamente entre sus piernas, esta vez empujando su palpitante pija en el interior de la preciada concha de la mujer. Se la metía despacio y se movía lentamente. Los pubis chocaron con fuerza creciente. Sentir el grueso miembro entrar y salir de su canal enloquecía placenteramente a la mujer. El hombre tenía un increíble autocontrol y avanzaba llevándola de un orgasmo a otro. Luego ella tuvo uno final con un largo estremecimiento que la dejó jadeante. El hizo lo mismo casi enseguida, inundó la cuevita con varios e intensos chorros de caliente semen y se desplomó sobre ella. Descansaron durante unos minutos y después se ducharon juntos, enjabonándose y frotándose mutuamente. Luego se despidieron con un beso y se marcharon cada uno por su lado, no sin antes prometerse tener un nuevo encuentro. Los dos habían gozado demasiado y no iban a dejarlo así nomás. De ahora en más, esa relación clandestina, trataría de prosperar mientras sus respectivas parejas no los descubrieran.