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Hicimos un trio “sorpresa” con mi novia
Fecha: 03/12/2025, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mi novia Sofi, es una chica que te vuela la cabeza: 25 años, delaga, buen culo y buenas piernas, cuerpo muy bien proporcionado, tetas sin ser muy grandes, hermosas. Yo, Fran, 27, cuerpo normal, un poco mas de la estatura promedio y modestia aparte, buena verga. Una noche, después de unas copas, se nos ocurrió usar Tinder para armar algo completamente desquiciado. Le pregunté a Sofi: “¿De verdad vas a animarte a así?”. Ella, con esa sonrisa que me pone duro al instante, me miró y dijo: “Obvio, amor, esto suena a locura pero será genial”. Estaba re caliente, y yo también, así que nos pusimos a planear. La idea era pescar a un tipo en Tinder, venderle una historia medio trucha y terminar en una situación que nos dejara a todos a gusto. Sofi empezó a scrollear y dio con Juan, un flaco de 45 con pinta de macho experimentado: pelo con canas, cuerpo no perfecto pero cuidado y unas vibes de no ser un tipo como la mayoría. Hicieron match, y ella le entró con una onda bien coqueta desde el principio. Le contó que necesitaba ayuda para una “sesión de fotos” para una marca de lencería. Dijo que yo iba a sacar las fotos, pero que precisábamos a alguien para la iluminación y el set. Juan, todo entusiasmado, dijo que tenía un loft de un amigo en un barrio medio fancy en la ciudad. Quedamos para encontrarnos al día siguiente a las 7 de la noche. Yo ya sentía la verga palpitándome de la adrenalina, y Sofi no paraba de reírse mientras armábamos el plan. Llegamos al loft, estaba ...
... bastante bueno: paredes de ladrillo, luces tenues, muebles modernos, un muy buen diseño para unas “fotos”. Sofi traía una chaqueta fit y un short pequeño, que se le pegaba al culo y marcaba cada curva, y yo iba con mi remera negra, la cámara colgada y cara de “soy fotógrafo bro”. Juan nos recibió con una sonrisa medio nerviosa, pero se notaba que estaba en la suya: camisa impecable, semi formal. Nos cayó bien de una. Para calentar el ambiente, Sofi sacó una botella de vino tinto. Nos sentamos en un sofá, charlamos pavadas (él en algo de tecnología, nosotros inventando cuentos sobre sesiones de fotos), y el vino empezó a soltar todo. Sofi, que es un peligro cuando se lo propone, empezó a tirar miraditas a Juan, a rozarle la pierna “sin querer” y a mover el pelo como si estuviera en una peli porno. Yo me hacía el boludo, pero por dentro me moría de risa porque sabía lo que se venía. Sofi se fue a cambiar y volvió con un bikini rojo que era una invitación al pecado. Apenas tapaba sus tetas y ese culo redondo que me vuelve loco. Posaba como si quisiera que todo el mundo se pajeara viéndola: se apoyaba en la pared, arqueaba la espalda, dejaba que la tela se corriera un poco para mostrar más piel. Yo sacaba fotos, tirándole órdenes tipo “mirá con cara de zorra, mostrá más culo”, mientras Juan peleaba con un reflector, claramente con la pija a punto de explotarle. Sofi no le daba respiro: cada pose era más caliente, y le tiraba sonrisas que lo dejaban idiota. En un momento, le pidió ...