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Seducida por el Verdulero
Fecha: 07/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM Infidelidad Autor: Alma Carrizo, Fuente: SexoSinTabues30
... hacia adelante y atrás, rozándome contra su erección, que ya se marcaba dura bajo el boxer. Él gruñó, sus labios bajando por mi cuello, mordiendo y lamiendo hasta llegar al borde del encaje. Tiró del tejido con los dientes, rozando mi pezón, y un gemido más fuerte se me escapó. —Alma, dejame sacarte esta mierda… quiero verte toda —suplicó, sus dedos tirando del body con desesperación. —Todavía no, nene —respondí, rozando mis labios contra los suyos, mi voz baja y provocadora—. Primero vas a usar esa boca donde yo quiero. Lo empujé hacia atrás, dejándolo acostado en la cama, y bajé por su pecho, lamiendo su piel salada, dejando un rastro húmedo de besos. Sus gemidos eran música, cada vez más fuertes, mientras mis dedos jugaban con la cintura de su boxer. Lo bajé despacio, torturándolo, hasta que su pene quedó libre, duro y palpitante. Lo miré a los ojos, mordiéndome el labio. —Esto es mío ahora, ¿entendiste? —dije, mi voz cargada de autoridad. Mis manos lo acariciaron, primero suave, explorando cada centímetro, luego más firme, apretándolo justo como sabía que lo volvería loco. Él me agarró el culo con las dos manos, masajeándolo con una urgencia que me hacía arder. Luego, su boca encontró el encaje entre mis piernas, lamiendo con fuerza, la tela húmeda presionando contra mi clítoris. La fricción era una tortura deliciosa, y mis caderas se movían solas, buscando más. —¡Aaah ah ah, José… ahí, no pares, Siiii! —grité, mis manos enredadas en su pelo, tirando ...
... con fuerza. Él me miraba desde abajo, sus ojos encendidos de deseo, mientras su lengua trabajaba con una precisión que me hacía temblar. No era el más dotado, pero, dios, sabía cómo usar la boca. Lamía, succionaba, mordía justo donde me enloquecía, y no tardé en estallar, mi cuerpo convulsionando sobre su rostro mientras lo sujetaba contra mí, gimiendo su nombre. Me tiré a su lado, jadeando, riendo entre respiraciones entrecortadas. —Vas a matarme, nene. —Quiero matarte, Alma… pero de puro placer —respondió, su voz ronca mientras se inclinaba para besarme. Nuestras lenguas se enredaron, y el fuego volvió a encenderse. La segunda vez fue puro salvajismo. Lo giré, poniéndome de rodillas, y levanté el body para dejar mi culo al aire. Él me agarró las caderas, sus dedos clavándose en mi piel, y me penetró con fuerza, cada embestida haciendo que mi cuerpo rebotara contra él. Me sostenía de los barrotes de la cama, gimiendo con cada golpe, mi piel ardiendo. —¡Más fuerte, José, no te guardes nada! —grité, mi voz quebrándose de placer. —Porfavooor, Alma… sos una diosa —gruñó, sus manos apretando mi culo mientras me follaba con todo lo que tenía. La tercera vez fue más lenta, más profunda. Me giró para mirarme a los ojos, su pene entrando despacio, llenándome mientras sus manos acariciaban mi rostro. Cada movimiento era una caricia, sus labios besándome suave, como si quisiera grabarme en su alma. Nos movimos juntos, lentos, hasta que el placer nos consumió en un ...