In Nomine Domine 4: Tus Manos Serán Mis Manos - Relatos Eróticos

In Nomine Domine 4: Tus Manos Serán Mis Manos

El día finalmente llegó.

Aquel primer contacto me había dejado suspendida, con la mente encendida y la piel en vela.

Era frecuente verlo entrar y salir de mi room. Nada especial, decía. Pero cada vez que su nombre aparecía, algo se activaba en mi cuerpo.

No sabía cómo lo lograba, pero lo sentía tirando de mi collar, incluso desde la distancia. Jugando a domarme sin tocarme, a restringirme el placer con solo su presencia.

Un día antes, después de comprar ese frasquito mágico de olor penetrante, lo abrí como quien destapa un conjuro.

Me di un par de olidas y me tumbé en la cama con el pijama puesto. Mis dedos se movieron solos. Cerré los ojos e imaginé lo que vendría… Mi sabana quedó empapada, mi mente rendida, mi cuerpo temblando por alguien que ni siquiera conocía del todo.

Pero lo deseaba.

Me tenía con la libido en la cima.

Y no entendía por qué.

Era —en teoría— solo un pvt más.

El sonido de la llamada me sacudió.

Mis manos sudaban, temblaban.

Yo, que siempre fui tan segura en mi rol de sumisa, en ese momento me sentía invadida por una ansiedad extraña… deliciosa.

Y esa mezcla de nervios y deseo me excitaba al punto de cortarme la respiración. Aparecieron sus primeras órdenes. Escritas.

Él ya sabía cómo me veo, cómo suena mi voz.

Yo, en cambio, sólo tenía una breve descripción física.

Pero esa mente...

Esa mente afilada, esa picardía calculada, ese aire de Máster que ya ha jugado con almas antes…

Con eso bastó.

Me ...

... describió sus poses.

La de servicio y la de exploración.

Y esta vez, usó su voz.

Una voz masculina, firme, con esa profundidad que no se aprende, se nace con ella.

Cada sílaba suya era una cadena.

Y yo, entre sus órdenes, solo podía responder con la voz entrecortada : “Sí, Señor.” Me indicaba cómo moverme, y mi cuerpo obedecía como si hubiera sido entrenado para él toda la vida.

No había lógica.

Solo un enfoque absoluto en complacerlo.

Quería que mi placer entero fuera suyo.

No me importaba nada más.

Quise poner límites.

No jugar con mi coño, no hacer de esto un show barato con un dildo y ya. No era lo mío.

Él entendió.

Y no se detuvo.

Cada palabra suya era un código, un gesto de dominio total.

Me dijo: “Hoy, tus manos serán mis manos.”

Y obedecí. Era lo único que podía hacer.

Entre Popper, melodic techno, y cuerdas, mi placer fue suyo.

Aunque mis dedos me acariciaban, aunque yo misma me até y me azoté… él sabía que mi cuerpo era solo un instrumento a su disposición.

Siguiendo este orden de querer ser esa sumisa Brat, desafiante, e irreverente , le mentí, una mentira piadosa tuve tres orgasmos, intensos, que con mi experiencia como modelo disimule a la perfección. (Justo en este punto, cuando el lo lea querrá azotarme, lo merezco fui una insolente....)

El no se corrió.

Y, paradójicamente, eso me hizo desearlo aún más, esa corrida tenía que ser mía. Los días siguientes estuvieron llenos de sensaciones nuevas.

Deseo ...