1. El Fetiche


    Fecha: 21/12/2025, Categorías: Hetero Autor: Birkin1990, Fuente: TodoRelatos

    Enrique, tenía un don para el arrimón perfecto. No era solo roce casual, sino un arte: cálido, calculado, irresistible. Le encantaba sentir cómo Gabriela, su novia, se tensaba y luego cedía, cómo su respiración se aceleraba en medio de la multitud sin que nadie más lo notara.
    
    —"¿Otra vez, Enrique?" —susurraba ella, fingiendo molestia mientras el metro se sacudía. Él solo sonreía, deslizando manos "accidentales" bajo su falda o apretándola contra él en la cola del súper, hasta que el calor entre sus piernas delataba lo que las miradas de los demás ignoraban.
    
    Gabriela juraba odiarlo, pero amaba el juego. El peligro de ser descubiertos, la humedad que la traicionaba, la forma en que Enrique murmuraba obscenidades en su oído como si fueran dulces promesas.
    
    Ella siempre terminaba mojada, siempre al borde, siempre suplicando en silencio que no parara. Porque La Serpiente no solo sabía arrimarse... sabía cazar.
    
    Gabriela dejó un reguero de ropa desde la entrada hasta el baño: su falda, las medias, y finalmente su ropa interior empapada, tiradas con furia fingida.
    
    —"¡Mira lo que me hiciste, imbécil!" —gritó desde la ducha, pero el tono en su voz no era de enojo, sino de promesa. El agua caliente caía sobre su cuerpo aún sensible, lavando (pero no borrando) la humedad que él le había provocado..
    
    Enrique no pudo evitar reírse mientras se despojaba de su ropa, avanzando hacia el baño con esa sonrisa de depredador que tanto volvía loca a Gabriela.
    
    —"¿Molesta, mi ...
    ... amor?" —murmuró al abrir la puerta de la ducha, dejando que el vapor los envolviera—. "Pero si tú también lo disfrutaste…"
    
    …
    
    Gabriela gimió, arqueándose contra las sábanas, mientras Enrique picoteaba a ritmo lento y tortuoso con la punta de su miembro, rozando justo donde más la hacía arder… pero sin ceder.
    
    —"¡Enrique, por favor…!" —Suplicó ella—. "Deja de jugar y métemelo…"
    
    Él sonrió, salvaje, deteniéndose por completo. El apodo de Pájaro Carpintero nunca había sido tan literal.
    
    —"Solo si me dejas clavártelo por el otro agujero…" —gruñó, arrastrando los dedos por su espalda hasta posarlos en ese otro lugar prohibido que a Gabriela le encantaba odiar—. "¿Aceptas, gatita?"
    
    Ella contuvo el aliento. Sabía lo que pedía, con la desesperación humedeciéndola más que el roce de él, asintió con un murmullo:
    
    —"Sí… pero entra ya, maldito pájaro…"
    
    Enrique no necesitó más. Con un empuje lento pero implacable, se hundió en su puerta trasera, ahogando un gemido entre sus dientes. Gabriela gritó, una mezcla de dolor y placer, mientras él la sujetaba de las caderas.
    
    —"Ahí está… el pico del ave…" —bromeó él, jadeante, antes de comenzar a moverse—. "Y ahora… ¿adivina quién picotea de nuevo?"
    
    El ritmo fue brutal. No sabía si maldecirlo o suplicar más, pero cuando la mano de Enrique se deslizó entre sus piernas para rematar el castigo, su orgasmo estalló con fuerza, arrastrando al de él.
    
    —"¡Pe… pájaro… de mierda…!" —gritó, mientras él reía, todavía dentro de ella. 
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