1. El retiro de la tentación


    Fecha: 26/12/2025, Categorías: Masturbación Autor: elifsexy, Fuente: RelatosEróticos

    ... frotando mi clítoris against su erection through el pants, «¿no sientes el Espíritu Santo?».
    
    Él solo gemía, hipnotizado por el espectáculo de mis pezones endurecidos bajo la tela blanca. Cuando por fin liberó su verga, me quedé sin aliento: gruesa, palpitante, con una vena que serpenteaba como el río Jordán. La guié hacia mi entrada, ya empapada, y nos hundimos en el grito ahogado que se confundió con los cantos lejanos.
    
    «Fuck, hermana… está tan tight», gruñó, levantando mis caderas para penetrarme más profundo. Cada embestida hacía crujir la lona de la carpa, un ritmo sacrílego bajo las estrellas.
    
    Yo, la muy puta, empecé a recitar salmos entre gemidos. «El Señor es mi pastor… ah, sí, ahí… nada me faltará». Ezekiel me miraba con ojos desorbitados, entre el éxtasis y el terror, acelerando sus thrusts como si quisiera exorcizar sus demonios through mi cuerpo.
    
    Cambiamos de posición cuando escuchamos pasos afuera. Me puse a cuatro patas, mordiendo mi propio brazo para silenciar los gemidos mientras él me tomaba de las caderas desde atrás. «Reza, hermana», ordenó con voz ronca, «reza por nosotros».
    
    Y recé. Recé el Padre Nuestro mientras su verga me abría el camino hacia el pecado, cada «amen» coincidiendo con una embestida más brutal. Sus manos agarraban mis nalgas con furia, dejando marcas que durarían días.
    
    Cuando sentí que se acercaba, me volteé y me tragué su orgasmo como la ...
    ... hostia consagrada, bebiendo cada gota de su pecado con devoción. Él colapsó sobre mí, temblando, murmurando disculpas a un Dios que seguramente estaba too busy viendo el espectáculo.
    
    Nos vestimos en silencio, avoiding each other’s eyes. Al salir de la carpa, la madrugada nos recibió con el canto de los grillos. Ezekiel me tomó la mano con sudden ternura. «¿Esto fue un error, hermana?».
    
    Sonreí, limpiándome las comisuras de los labios. «No, cariño. Esto fue un bautizo».
    
    Al regresar a mi carpa, las otras mujeres seguían roncando. Me metí en el saco de dormir, still mojada between las piernas, escuchando cómo Ezekiel se unía a los cantos matutinos con una voz newly rota.
    
    En el desayuno, nuestro contacto visual fue breve pero eléctrico. Mientras pasaba el plato de pan, sus dedos rozaron los míos y supe que antes del sermón de las nueve, me encontraría en los baños portátiles para nuestra segunda comunión.
    
    El retiro espiritual duró tres días. Tres días de sexo entre himnos, mamadas entre oraciones, y orgasmos que confundíamos con éxtasis divino. La última noche, Ezekiel lloró sobre mi pecho desnudo, diciendo que se enlistaría en misiones en África para redimirse. Yo solo acaricié su cabello, sabiendo que mi redención vendría la próxima semana, cuando el microbus me dejara en otra parada para otra cacería.
    
    Porque hasta en el reino de los cielos, una gotta sabe encontrar su way to el infierno. 
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