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Una jaula en el Raval
Fecha: 28/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM Fetichismo Autor: Deborah, Fuente: SexoSinTabues30
Soy Clara, una tipa de 32 años con el pelo teñido de ungorrónrojo quees un grito en el Raval, ese barrioenel quela mugre y los sueños sevuelvena mezclarcomo el vino barato con el sudor. Vivo en un piso quehuelporlahumedad yel tabaco rancio, con paredes que han visto más peleas que caricias. Esculporarezas, cosas que nadie entiende, pero que me sacan el veneno del alma.Porahora, sin embargo, no haymartillo niarcilla.Mehabía vuelto aun corsé de cuero que me aprieta como unacruelmanoy botas quedesentumanalosquecaminan porlas calles del Barrio Gótico. En mi bolso, un látigo que compré en un mercado de segunda mano y un antifaz de encaje que robé de una tienda pija en Passeig de Gràcia. Paso hacia El Pecado Oculto, un antro escondidodetrásdeuna fachada modernista quesíburlaa los turistas.Repito la contraseña—»dolor y éxtasis«— a un portero con caracomosihubieraluchadocon el diablo yperdió.Inside,theairisdense,itreeksof incense,ofsweatingbodiesandcorroded metal.Thetechnosoundslikeadiseasedheart.Downtothe basement,to La Jaula,amirrorroomwheremyexhaustedfacestaresbackandaredvelvetfloorthatresemblesdriedblood. Allí está Adrián, uncocinerode ojos verdes ydedosllenos deheridas, como si cada cuchillo le hubiera cobradoalquiler. Está atado a una cruz de madera, desnudoexcepto por una máscara de cuero quecubremedia cara. Lo miro ysentiraacaloramientoque ...
... nosejustifica enel veranobarcelonés.«¿Listo para arder,guapo?», lehago preguntas, deslizando el látigosobre su pecho. Él asiente, y su respiración ya suena a derrota dulce. El primer latigazo es comoestallar un vasoen la pared. Sucarne seenrojece, y su gemido es unsorbo dewhiskyclaro. Soyhábil en esto,ajustada como cuandoacabode taladrarmis esculturas. Cadalatigazo es un verso, cada grito un poema que nadieva a leer. Los espejos memiran como una reina rota, una diosa del Raval que no pide permiso. Saco un frasco de cera líquida, tan caliente que quema solo de mirarla, y la dejo caer sobre su abdomen. Adrián se retuerce, los músculos como cuerdas de guitarra, mientras la cera se endurece como una armadura frágil. Dame más«, ledije, con una voz que noeslamía, sinoalgo másprofundo, más podrido.Suplica,ojoscentelleando como farosdehumo. Lorecompenso con un beso quetranscurre através de lasangre, porque muerdocon fuerza.Desabroché una de sus manos y ledigo tocarme. Sus dedos, temblorosos, se metendentrodel corsé, encuentran micarne y me hacen sentir viva,siquieraduranteun rato. La noche se desangra entre cuerdas, pinzas y susurros quenunca repetiría ni en confesión.Aldejarloen libertad,mientras el albasefiltrapor las ventanas, Adrián me mira, marcado y roto, ysusurra:«Eres un maldito incendio«. Yo,deshaciéndomedel antifaz, lerespondo:«Y tú, mi mejor desastre«.
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