La vagina de la amiga de mi mujer
Fecha: 15/08/2017,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: josecb, Fuente: CuentoRelatos
... el dedo de una mujer, mi reacción fue lo más parecido a una huida hacia delante, en ese momento ya sabía que el hombre era su marido o sea que sin dudarlo agarré con fuerza mi rabo y ayudándome de mis dedos le rompí el coño a mi vecina que gimió de placer, a todo esto mi mujer al verse sola sin comenzó a comerle el rabo al cornudo que me iba a convertir en carnudo también, pero mientras tanto las paredes cálidas y venosas del coño que me estaba follando hicieron que dejara de lado cualquier atisbo de celos, la piel de mi polla se desgarraba debido a sus movimientos vaginales, la herida había vuelto a sangrar y cada golpe de mi polla me producía un dolor que competía cara a cara con el placer, ganando por supuesto el goce de un polvo bien echado, al movimiento de su coño le acompañaba un viento suave en mis huevos provocado por el salvaje contacto con su culo, que golpeaba con tal fuerza que mi pene se clavaba en sus tripas, y a ellas fueron parar los manguerazos de leche de mi primera corrida, pero mi polla temerosa de que en el exterior de aquel irritado agujero oscuro hiciera frío, se quedó dentro ensartándola de nuevo.
Desde mi posición veía claramente lo que hacía la recién descubierta puta en que se había convertido mi mujer, la piel de su vagina mil veces follada por mí era tierna y suave, por eso cuando observé como mi vecino se ponía en su inmenso pollón la anilla de púas que ya me había puesto yo, temí que su vagina se desgarrara hasta su ombligo, o lo que es peor ...
... que sufriera una ablación del clítoris.
Los hombres normalmente no nos fijamos en los rabos de los otros machos pero el pedazo de animal calzaba un mango negro de dimensiones desconocidas para mí, era una polla de solera que a bien seguro habría entrado en infinitos agujeros, los cojones eran tan grandes como kiwis y sus bolsas seminales prominentes prometían una gran lava ardiente que si le entrara por el ano engordaría las carne del culo de mi delgada mujer regando todas sus paredes internas; reconozco que comenzaba a sentir una enorme excitación al imaginarme ese enorme miembro venoso derramando también su leche en el diminuto coño de mi mujer.
De pronto tuve que volver a lo que estaba haciendo, mi vecina se había cansado de la postura y sacó mi pene con fuerza de su agujero abalanzándose sobre mí para recoger algo que estaba a mi espalda; noté sus erizados pezones rozándome la cara por lo que sin poder resistirme le mordí con cuidado uno de ellos mientras masajeaba a la vez su vagina y el ano que por cierto tenían un agridulce olor a hembra recién follada y culeada, realmente parecía que se había meado encima, mi mujer no lubricaba tanto y por eso no estaba acostumbrado a lavarme las manos con el coño de una mujer, ella mientras tanto seguía revolviendo mientras yo me preguntaba qué coño estaba buscando...
Su marido no perdía el tiempo con mi mujer y le comía el coño con tal maestría que llegué a preguntarme si no perdería en la comparación a partir de ahora, en ...