1. Manuela (08)


    Fecha: 15/08/2017, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... delgadez con pezones pequeños rodeados de areola rosada, culo pequeño duro como una piedra, muslos y piernas delgados. No está nada mal. Llama la atención su poblada mata de vello rizado en el pubis, de color castaño.
    
    "¿Quien te ha hablado de mí?"
    
    "Manuela, pero me hizo prometer que no te lo diría hasta que que me hubiera corrido dos o tres veces. Así que a eso vamos. ¿Te gustan estos aparatitos, los sabes usar?". En la mano derecha sujeta un consolador color crema bastante largo y grueso ("éste es para mí, me lo vas a meter") y en la izquierda una especie de plumero con largas plumas ("es un látigo que casi no hace daño, es para los dos").
    
    Sin preámbulo alguno se arrodilla y empieza a lamer mi rabo con suavidad intentando que se levante de nuevo ("se que te gusta hablar e insultar. Conmigo no te cortes porque yo pienso hacer lo que me apetezca"). Juega con mi culo acariciando y pellizcando las nalgas e introduciendo la punta de uno de sus dedos en el agujero ("eres un poco guarra, Berta. Me gusta, sigue jugando con ese dedo, no pares so zorra"). En pocos minutos lo consigue ("me pone a mil este cipote gordo que tienes cabronazo") y se sube sobre mí para meterse lentamente la polla hasta dentro. Cabalga lenta y profundamente al mismo tiempo que se va excitando su lenguaje: "que rico, maricón, que rico. Te voy a ordeñar los huevos; vas a quedar seco y sin ganas para un año, cabrón de mierda, cómo me pones".
    
    Se levanta y en pie me pide que chupe su coño ("la ...
    ... rajita, chupa mi rajita"). Arrodillado como estoy siento un golpe en el culo al mismo tiempo que un ruido seco ("te voy a azotar esclavo; sigue mamando mientras te doy látigo en ese culo de maricón"). No es doloroso, pero sí se sienten los golpes fuertes y sonoros que no deja de propinarme Berta. De repente me empuja hacia atrás y grita:" en pie cerdo, pónte en pie"; lo hago y me cruza el pecho y la cara con el látigo para, inmediatamente, darme varios rápidos golpes en la tiesa y dura polla ("¿te gusta?, eh, mariconazo"), se arrodilla de nuevo y la mamada apenas dura unos segundos. Mi leche salpica regando pecho, cara y cabello de Berta.
    
    "Ahora a mí. Por favor, Luis, házme gozar; voy muy caliente". Se arrodilla sobre el borde de la cama, a cuatro patas baja su cabeza y se me ofrece ("díme lo que soy, dímelo porque me excita. Haz todo lo que quieras pero dame gustito").
    
    "Golfa, te voy a poner el culo a cuadros". Los azotes suenan fuertes y el rojo de su culo sube tanto como va creciendo mi pene. Me estoy excitando mucho, mucho, pero primero voy a buscar su orgasmo: "guarra, querías polla grande, eh; ahora verás putón". Cojo el consolador y se lo introduzco en el mojado coño ("¡qué gusto!, ¡qué gusto!; sigue, no pares"). Empieza a menearse de tal forma que tengo que usar las dos manos para el movimiento de mete-saca con el aparato ("ay, ay, ay ; cómo me gusta, sigue, sigue"). Se corre de manera escandalosa con un orgasmo prolongado ("sigue, ¡qué bueno!; aayyyyy ...") hasta que ...
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