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Desafío de galaxias (Capítulo 4)
Fecha: 21/02/2019, Categorías: Gays Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... valles nevados entre los altos picos. —Sigue dando vueltas, pero elévate a 300 metros, —la orden de Marisol se cumplió rápidamente. Por las ventanas del transbordador, Marisol, sus colaboradores y Anahis miraban ávidos intentando encontrar algún indicio del depósito. Dos ingenieros mandorianos los acompañaban para resolver los posibles problemas técnicos que pudieran surgir, y dos policías por si acaso. —Allí veo algo, a babor de la proa, —las palabras del copiloto hicieron que todos se agolparan en ese lado de la nave—. Parece una pequeña plataforma. El piloto maniobró con pericia y se posó con mucha precaución sobre la plataforma que presentaba una gruesa capa de nieve y hielo. Ante ellos se abría la entrada de una especie de gran caverna claramente artificial —Parece que la plataforma es estable, —informó el piloto—. La temperatura exterior es de –41º C. Parece que hay una entrada: voy a intentar penetrar por ella. El transbordador penetró por la amplia entrada y se posó con suavidad en una especie de antecámara helada que había ante el enorme portón acorazado de acceso. Todos se colocaron los pesados equipos de frío y salieron al exterior de la nave. A pesar de estar un poco resguardados, el frío era brutal. Los ingenieros se acercaron al panel y comprobaron que, como ya habían previsto, no había energía. Sacaron una unidad portátil de energía y durante un rato largo estuvieron trabajando en unas condiciones terribles. Cuando terminaron, Anahis introdujo ...
... el código de acceso y el enorme portón comenzó a subir a tirones con un quejido chirriante según se rompía el hielo adosado a ella. Entraron iluminándose con linternas. El suelo estaba cubierto del polvo acumulado durante cuatro siglos, y con los movimientos de los visitantes se comenzó a elevar enturbiando el ambiente y obligándoles a toser. —Casi seria mejor no movernos mucho hasta que localicemos los controles ambientales y la iluminación, —dijo uno de los ingenieros. Accedieron a un panel, conectaron otra unidad de energía y accionaron la iluminación. Largos jirones blanquecinos colgaban del techo y ocupaban los rincones. —¿Qué es eso que cuelga? —preguntó Loewen. —Arañas, no te preocupes, no suelen ser peligrosas, —contestó Marisol—. Tejen sus telas en zonas aisladas y con cierta suciedad. ¿En el monasterio no hay? —No, es la primera vez que las veo. Allí la limpieza es absoluta. —¿Cuánto hace que estas en el monasterio? —preguntó Anahis con curiosidad. —Entre con seis años, —respondió Loewen con total naturalidad. —General, hemos encontrado el generador principal y vamos a intentar arrancarlo, —dijo uno de los ingenieros interrumpiendo la conversación. —De acuerdo, adelante. —Mi señora, casi seria mejor que nosotros exploráramos un poco la instalación, —comento uno de los policías—. Por precaución. —Agente, —respondió Marisol en tono guasón—. Si alguien lleva aquí esperándonos 400 años, cuando aparezca, nos vamos a pegar un susto que nos ...