Un fin de semana tórrido
Fecha: 02/03/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Danino, Fuente: CuentoRelatos
... excitándose al verme desnuda. Por eso, después de ver durmiendo a mi hijo en la pieza, me decidí a venir acá.
Me senté a su lado en la cama y poniendo mi mano sobre la suya, le dije:
- Me parece que estás sintiéndote muy sola -dije- Y ahora que mi esposa se fue a Bs.As. yo también voy a sentirme solo.
- Amo a Marcelo, No me animaría a serle infiel con nadie. -y bajando la vista, musitó- aunque a Ud. Daniel lo aprecio muchísimo y sé de su capacidad de comprender a una mujer y sus necesidades físicas.
Tomándole la barbilla, le hice girar la cabeza hacia mí y mirándole los ojos oscuros y bellos dije:
- Yo te quiero mucho. Sos una mujer hermosa y deseable. Estoy feliz que ames a mi hijo y vuestro matrimonio siga firme en el tiempo. Hay relaciones sin culpa y que solo el silencio debe ser su estado.- ¿me comprendés?
- Perfectamente dijo- esto debe quedar entre nosotros y sin culpas.
Me puse de pie y tomándole la mano, hice que se pusiera de pie también.
Al pararse el toallón que la cubría, cayó a sus pies. Me miró con profundidad a los ojos.
-¡cuánto lo necesito, Daniel!
Me deshice de mi toallón y lentamente la llevé a recostarse en la cama. Nuestras bocas se buscaron con ternura en principio, pero de inmediato la pasión y el desenfreno se apoderaron de Gimena. Sus brazos rodearon mi cuerpo y bruscamente se apretó contra mí.
Besé su cuello y sumergí mis labios en su vientre. Recorría las líneas de su cuerpo, besaba y mordía sus tetas.
-Hágame ...
... suya Daniel, por favor -gemía- Lo quiero dentro mío. Hace tanto que necesito un hombre.
Busqué su pelvis con mi boca y bebí el néctar de su vagina. Ella casi lloraba desesperada ante mis caricias y besos. Sus manos se aferraban a las sabanas sollozando y girando violentamente la cabeza hacia ambos lados.
-No se detenga, Daniel -gritaba roncamente- Penetreme. Quiero sentir su miembro dentro de mí. Lo necesito.
Mi erecto miembro lo arrimé a su húmeda vagina y lentamente fui buscando su profundidad. Su pelvis embestía contra mi vientre y sus uñas se hundían en mi espalda... Iniciamos con pasión desenfrenada un mete y saca, casi violento.
-Asssi... Asiiii Ahhhhh... Haga de mí lo que quiera... Dios mío... cuanto lo necesito. -Gemía desaforada y temblando de placer.
Yo sentía mi sexo en las profundidades de su vagina. Sentía los jugos que mojaban su pelvis y la mía. Nuestros labios desesperadamente daban paso a las lenguas ansiosas y salvajes. El desenfreno imperaba, la falta de sexo de tanto tiempo se hacía carne en este momento. El orgasmo y la eyaculación nos llevaron al paroxismo, en medio de gemidos y reclamos imperativos de correspondencia mutua. El perfume de sexo inundaba el lecho del incesto salvaje.
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Exhaustos quedamos tendidos, desnudos y rodeando nuestros cuerpos con brazos fatigados y labios trémulos. Reposando el violento sexo vivido.
- Me hizo muy feliz Daniel -y agregó- el secreto de este encuentro, será por siempre un recuerdo ...