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Historia del Chip 016 - Una cadena, dos cordeles - Daphne 006
Fecha: 16/08/2017, Categorías: Gays Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... los talones y empezó el cuenteo de nuevo. Jennifer le elevó el culo de nuevo en 330 y deshizo el beso. —Fantástico— reconoció con sincera admiración. Comprobó cuán duras estaban los pezones de Daphne por el expeditivo método de tirar de ellos con fuerza hacia delante. Si el vestido de Daphne era rojo, el de Jennifer era azul. Sospechosamente parecido al color de los cordeles de su propio vestido. Y el de A1 cerraba el talle con un cordel rojo cuyas extremidades colgaban seductoramente al lado derecho. Su complementariedad hacía más atractivo el conjunto. Resultaba más bello ver a ambas mujeres juntas que separadas. Daphne no dudó que ese era el efecto que se pretendía conseguir. La diferencia en los eslabones era significativa. Nadie podía saber que su cordel se convertía en una cadena entre sus piernas. Llevaría la vista al talle de Jennifer. Pero no podía evitarse pensar en la función de los cordeles azules que se metían dentro del vestido rojo. Quedaban demasiado expuestos. Jennifer tiró del nudo azul junto al ombligo de Daphne. Al instante, la cadena cayó. —No has sabido como ponértela— dijo Jennifer. A Daphne le molestó su torpeza, le hubiera gustado estar perfecta para su pareja. —No te agobies. No es fácil. Daphne comprobó que el truco consistía en hacer un buen nudo. Eso significaba acortar significativamente la longitud de los cordeles, no augurando nada bueno para los órganos entres sus piernas. Cuando Jennifer terminó, un gran nudo azul ...
... aparecía a la espalda y otro en el frontal rojo del vestido de H4. No se podía apreciar que sujetaban la cadena bien metida entre las piernas de Daphne. El vestido no se movía, por suerte, pero cada giro se transmitía levemente entre las piernas. La cadena estaba incrustada entre los labios, la vagina y el clítoris erecto de Daphne. No había forma de introducir un dedo salvo que su acompañante soltase el nudo, lo que no era en sí difícil. Bastaría atravesar el agujero del vestido. Puede que para un observador externo esos nudos solo supusieran el símbolo de la unión entre ambas mujeres cuando para ellas iba a ser mucho más. Daphne no dejaba de realizar su ciclo 60—15. Con las cadenas entre las piernas y firmemente introducida en la grieta de su culo, se acordaba de su bañador, si es que se podía llamar así. Siempre insidioso, siempre cortándola como un cuchillo. —¿No había nada más en la taquilla? Faltan dos cadenas— preguntó A1. Daphne negó. Jennifer con cara recelosa rebuscó entre varias bolsas del armario. —Están aquí. Perdona. No pretendía dudar de ti. Antes de proseguir, la besó a modo de disculpa. Daphne mantuvo los pies bien asentados todo el tiempo y las piernas bien juntas. El ardor de los pies tuvo una correspondencia mimética en su vagina. Por suerte, la cadena no presionaba tanto. Jennifer tironeó los pezones de nuevo, a modo de reconocimiento por conseguir mantener los talones en el suelo. —Las cadenas son primordiales para el efecto de tu conjunto. ...