1. LA HISTORIA DE ALICIA, CAP. 2


    Fecha: 07/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Durante la última semana de Mayo realicé el resto de los exámenes que tenía pendientes. Las notas deberían ser buenas porque eran materias que tenía muy “curradas”. De todas formas no las publicarían hasta dentro de diez o catorce días. Luego: las ansiadas vacaciones. Seguí dedicando las tardes a la playa, coincidiendo casi todos los días con Ernesto. El viernes 3 de Junio recibí un whatapp de mi madre. Era muy escueto; decía: “Mañana sábado mantente bien despierta hasta que llegue” “Iré de visita y te preparo una sorpresa. Te gustará”. Pasé todo el sábado en la playa, en la que volví a coincidir con Ernesto, que así se llama el maduro a que hice referencia en el capítulo anterior. A la hora de comer saqué de mi mochila el bocadillo que traía preparado de casa, pero Ernesto me sorprendió. --Si no te parece un atrevimiento por mi parte quisiera invitarte a comer. Nada protocolario. Unas raciones en el chiringuito de la entrada, o lo que te apetezca. --Lo que me parece es un atrevimiento por mi parte aceptar tu invitación, respondí. No tienes por qué hacerlo. En la playa, un buen bocadillo es comida suficiente para mí. --Tómatelo como un cumplido. El próximo sábado, si te parece bien y tu economía te lo permite, te dejaré que me pagues la cerveza y el café. ¿Te parece un buen trato? --De acuerdo, pero ten cuidado y no me acostumbres. Comimos unas raciones de calamares y unas sardinas a la plancha. Coca Cola por mi parte; cerveza y café por la de Ernesto. Luego volvimos a ...
    ... bañarnos hasta la caída de la tarde. Ernesto se brindó a dejarme en casa y me pareció que rechazarle sería una grosería por mi parte. Me dejó en la esquina más próxima porque mi calle era dirección contraria de tráfico y quedamos en vernos la siguiente semana en la playa. --¿En el mismo lugar de siempre?, preguntó. --No hay por qué cambiar de sitio, respondí. Eran casi las nueve de la noche cuando me preparé una cena ligerita y me puse a ver la tele. Me aburría. Intenté escuchar algo de música, pero no hacía más que pensar en el enigmático mensaje de mi madre, que leía una y otra vez en el móvil: “Mañana sábado mantente bien despierta hasta que llegue” “Iré de visita y te preparo una sorpresa. Te gustará”. Para hacer más corta la espera –eran solo las diez de la noche-, me puse una copa de ginebra, que bebí despacio. El tiempo pasaba y m i madre no daba señales de vida. No me atreví a ponerme en contacto con ella. Me tenía dicho que no le molestase en su trabajo, de no ser por un motivo grave y estar nerviosa, esperando, no creo que lo considerase así. Así que si la llamaba ya sabía lo que me esperaba: BRONCA AL CANTO. La primera copa de ginebra dio paso a una segunda y esa a una tercera. Así llegué a las doce de la noche y en vista de que no llegaba y empezaba a sentirme adormilada recordé la noche del sábado anterior y subí al baño y me refresqué bien la cabeza con agua a fin de despejarme. Recuperada del incipiente sueño me puse una cuarta copa de ginebra. Con ella a medio ...
«1234...14»