El gordo pene de Carlos
Fecha: 17/08/2017,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Chantal, Fuente: CuentoRelatos
Sensual, elegante, femenina, distinguida, Mayra siempre había sido lo que la dignidad de su linaje exigía, su doble apellido, su vida perfecta. Todo en ella tenía y mantenía la clase, el estilo que se esperaba, moderación, conducta y apariencia habían sido toda su vida una constante. Y ahora en la madurez, con toda la plenitud de sus virtudes femeninas no podía permitirse tirar todo aquello por la borda.
Pero la situación la había superado, se había permitido un cierto coqueteo con algunos empleados de la firma, el empleado del servicio de seguridad entre ellos, pero esto se había salido de la vaina, el muchacho había ingresado a su oficina privada, y se había llenado descaradamente la boca con palabras casi obscenas describiendo su masculinidad e insinuándole que podría darle placer, ¡el engreído le ofrecía placer sexual! Había controlado medianamente la situación -aunque se asustó un poco por la insistencia del muchacho- mirándolo con desdén, pretendiendo asustarlo con su frialdad natural, intentando disuadirlo con la posibilidad de un despido, a fin de evitar que la situación pase a mayores. Pero luego él había dicho aquello que la había descolocado. Y acto seguido cumplió su promesa y se la mostró.
Momentos antes de aquel instante crucial había -creía ella- alardeado acerca de sus atributos masculinos y ahora ella, se encontraba en una situación desconcertantemente diferente.
No podía creer por ningún motivo lo que había oído, no podía creer desde ningún punto ...
... de vista lo que estaba viviendo, lo que veía, lo que sentía...
Carlos, el joven empleado de seguridad del décimo piso, se encontraba ante ella, Mayra, la respetada directora de marqueting blandiendo su pene ante su escritorio, con una expresión de satisfacción indescriptible ante la cara de asombro de Mayra, sus palabras habían cesado al instante, dando paso a un silencio sepulcral. La dureza de la expresión de superioridad de la cara de Mayra rápidamente dio paso algo completamente diferente y difícilmente descriptible detrás del rubor creciente de sus mejillas por la incomodidad de tan inesperada situación.
Mayra había olvidado quién era, estaba atónita ante la visión de la masculinidad de Carlos, no podía, -aunque hubiera querido- retirar la vista del gordo pene y los holgados testículos que la bragueta muy abierta de Carlos había permitido ver.
El orgullo de Carlos en aquel momento era incomparable, siempre había recordado las palabras de su padre, que al llevarlo con una mujerzuela, le había aconsejado que a las mujeres difíciles de coger (o las calienta pijas como las había llamado) había que darles de su propia medicina, "mostrales la pija" -había dicho- "hacéselas tocar, así se encariñan".
Carlos no recordaba una sola vez en la que aquello no había dado resultado, desde aquella gloriosa primera vez en la que lo había hecho por instinto -antes de recibir tan sabio consejo- con su prima Betina unos años menor. Carlos le había dicho a Betina que si quería ver ...