1. El Culo de Doña Felicia


    Fecha: 09/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Tabú Anal Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster

    ... bastaba.Con la cara de póquer que estaba usando durante toda la sesión, le dije, con voz neutra que estuviese tranquila, que no se preocupase, que era médico y, además, éramos familia y tenía que examinarla bien para ver la magnitud del problema y cómo atajarlo. Además, tenía que hacerle unas "mediciones" y unas pruebas rutinarias de diagnóstico.La tía Felisa, a pesar de su sorpresa, y viendo que yo ponía una cara de total indiferencia, como restando importancia al asunto, fue a desvestirse tras el biombo. Está claro que no estaba demasiado acostumbrada a desnudarse ante ningún hombre que no fuese el cornudo. De hecho, luego me enteré que, tanto su antiguo médico de cabecera (ahora soy yo, claro), como su ginecólogo, eran mujeres.Lo del biombo fue un paripé bastante absurdo, si tenemos en cuenta que el único que había en la habitación era yo, y que un par de minutos después iba a contemplarla en todo su esplendor. Pero seguía interesado en guardar mis cartas y dar un aire profesional al asunto.Cuando la vi salir del biombo, me quedé literalmente sin habla, aunque creo que ella, cabizbaja y sonrojada, ni siquiera se dio cuenta. No me había hecho caso del todo y se había dejado puesta la ropa interior, unas bragas y un sujetador de encaje bastante bonitos, de color burdeos, que, a duras penas, podían contener sus turgentes y rebosantes carnes de jamona.Como ya dije, mi tía no era muy alta, 1,62, como pude saber minutos después, cuando la talle, y era, maciza, como ya he ...
    ... dicho, con sus 58 kilos perfectamente repartidos y a punto para hincarles el diente. Con un pelín de grasa en la barriguita y los muslos y un poco de cartucheras. Lo justo para acentuar el morbo y endurecer más mi polla, si eso fuera posible...Evidentemente, yo la quería en pelota picada y, haciéndome el tonto, le indique que se desnudase del todo. Podía estar tranquila. Estábamos en familia.Y, dicho y hecho, mi tía retornó al biombo mientras yo empezaba a relamerme. Esta vez, salió más rápido, pero con la cabeza más gacha, más avergonzada si cabe que minutos antes.Al verla, adopté mi tono más persuasivo y meloso para tranquilizarla, al tiempo que contemplaba sus tetas, que pudorosamente tapaba con los brazos cruzados y el recortado triángulo de su pubis rizadito y castaño, en contraste con el rubio de bote de su melenita.Ver a la cachonda allí en pelotas, con esa pinta que podría levantarle el rabo a un muerto, no hizo más que reafirmar mis intenciones. Le iba a dar a mi entrañable tía una ración de rabo de la que no se iba a olvidar en su puta vida. Ella, ignorante todavía de lo que se le venía encima, me miraba obediente, con los brazos a los lados, tal y como yo le había indicado, y con la mirada gacha, como avergonzada.Ya la había aleccionado bien, con el rollo de que todo el asunto era una mera cuestión médica y que, además, no tenía por qué sentirse cohibida ante su sobrino. A fin de cuentas éramos familia. ¡Bah, un montón de paparruchas! Todo con el objetivo único de ...
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