De cómo me hice la hembra de mi hijo 8 - Relatos Eróticos

De cómo me hice la hembra de mi hijo 8

Nuevas rutinas nacidas de la creciente calentura por mi hijo fueron apareciendo. Eso de apretarlo contra lo que fuese y pajearlo. Después fue lo de esperar que su padre saliera al trabajo a la mañana. Iba a despedirlo a la puerta y volvía al comedor donde el muchacho seguía sentado ocupado en su desayuno. Me ponía detrás y lo manoseaba en su bulto. Le besaba el cuello. Le decía suciedades. La primera vez, luego de extraerle el miembro fuera, lo masturbé muy lento. Él se estremeció un poco. Cuando se lo chupé ya gimió quedamente. Buena señal. Haciendo todo esto me iba desnudando. Desnuda totalmente me enorqueté sobre mí hijo y sobé su verga contra mi concha. Se la empapé con un chorro de saliva. Él no pudo evitar mirar el soberbio espectáculo. Ni en sus más enfermos sueños habrá presentido que su madre estaría haciendo estás cosas. Comencé a meterme su pedazo con extrema lentitud. Sus caderas temblaron. Le miraba fijamente la cara. Su sonrojo era una delicia. Habiendo introducido su verga completa en mí, me lo cojí con dulzura, preciosamente. Éramos dos amantes perfectos. Él, sumiso. Yo, la maestra incestuosa, la madre que se follaba a su niño. Le estrujé el miembro con los músculos de mi vagina y eso le sacó de la pasividad. Apenas lo hice, puso ambas manos sobre mis nalgas hermosas de treintañera en firme estado. Apretó mis gluteos, los acarició, empujó hacia abajo e hizo que mí concha se tragara todo el pedazo hasta el tronco. 
"Así bebé, eso es lo que tu madre necesita..."
"Sucia de mierda"
"Tu sucia, tu madre, tu hembra..."
Con esos intercambios, sus jadeos y gruñidos de bestia en celo la cosa salió de cauce. Pronto me tenía sobre la mesa dándome verga, sin compasión. Nos tumbamos en el piso también. Allí me la dió por atrás, fácilmente debido a lo largo que era su cosa. Él no acababa. No podía. Yo en cambio tuve no sé cuántos orgasmos y seguía teniéndolos. Nunca estuve así.