1. Cielo negro


    Fecha: 17/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: VenoMaliziA, Fuente: CuentoRelatos

    ... novia, pero yo soy su amiga especial. Y cuando bajé hasta rozar su miembro a través de la tela con la punta de mi nariz, simplemente enredó la mano en mi pelo y se dejó hacer.
    
    Me dejó bajarle los pantalones sin ofrecer ninguna resistencia, y se irguió ante mí en toda su gloria. Con el tamaño que gasta, alucino solo con pensar que una mujer pueda ignorarlo. De verdad que María es estúpida.
    
    Me humedecí los labios y lo deslicé suavemente contra mi lengua. Se sintió bien volver a hacer eso, para variar. Él me miraba con adoración absoluta, acompañando mi cadencia con las caderas.
    
    Mi short estaba completamente húmedo, y me lo quité de un tirón junto con las braguitas de mariposas, sin dejar de lamer su magnífica hombría. Le siguió el top, y una exclamación de regocijo de Javier al comprobar que no llevaba sostén.
    
    Dos dedos entraron en mí sin avisar, y en un segundo, la ventanilla trasera había dado paso al techo del coche. Me tumbó boca arriba sin esfuerzo, y se me echó en lo alto.
    
    Cubriéndome de besos, bajó por mi garganta hasta mi ombligo, y de mi ombligo hasta el charco que tenía entre las piernas. Empezó a lamerme toda mientras sus dedos entraban y salían, y yo me tapé la boca con ambas manos, intentando no gritar. Era realmente bueno.
    
    Me corrí enseguida, pero no se detuvo. No pude sofocar un pequeño chillido al llegar al segundo, casi de inmediato.
    
    El asiento quedó completamente empapado, y Javier, duro como una piedra, entró sin problema. Nos ...
    ... besamos entre jadeos, llegando hasta el fondo. Sus dos manos apretaban con fuerza mi trasero, y yo me aferraba a su cuello, mordiendo a gusto.
    
    Algo en mi interior no paraba de subir. Cada vez que me corría, me costaba menos llegar al siguiente. Javier embestía con fuerza y cada vez más rápido, cada uno de mis orgasmos le arrancaba un gemido. A mí, el gritar había dejado de importarme hacía tres o cuatro, y la madre de todas las corridas amenazaba con desatarse.
    
    Y vaya si se desató. La sacudida fue monstruosa y él se vino conmigo, maldiciendo y riéndose, a la par que se derramaba dentro de mí.
    
    -En serio, Lucía, que le den por culo a tu marido. –dijo, intentando recobrar el aliento-
    
    Yo le sonreí.
    
    -Y qué pasa con María? –pregunté-
    
    -A María también. Que le den a todo el mundo. No te cases, vámonos tú y yo, donde sea.
    
    Me abrazó. Me perdí en sus devastadores ojos azules. Pensé que tal vez, la vida es demasiado corta para atarte a gente que no te quiere y no te cuida, que quizá dejarlo todo atrás y perseguir la felicidad sin miedo vale la pena mucho más que esperar a que todo cambie sin hacer nada.
    
    Me acurruqué contra él, pensando en que Damián ya habría notado que no había llegado a casa y se estaría poniendo furioso, sorprendida por lo poco que me importaba.
    
    Estiré la mano, y dibujé un corte de mangas en el vaho que empañaba la ventanilla sobre mi cabeza.
    
    -Que le den a Damián. Estoy harta de él y de sus gritos. Vámonos.
    
    Por VenoMaliziA 
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