1. Historia del chip 021 - Un jefe, dos ojos - Kim 009


    Fecha: 18/08/2017, Categorías: Grandes Relatos, Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    Se llevaba muy bien con él, sobre todo porque no era un hipócrita. Le gustaban las mujeres y en su puesto le resultaba fácil intimar. A Kim siempre la había respetado. En cuanto la conoció le dijo: “Me compensa más verte cerca que tenerte cerca” y ahí acabaron las confusiones. Alguna vez comentaba el atuendo de su subordinada, siempre en tono favorecedor. Se tenían mutua confianza, hasta el punto que tenía acceso a su ordenador. Por casualidad, en una ocasión que le había pedido que le buscase una página de un cliente, buscando en el historial de páginas visitadas, llegó a una selección de imágenes eróticas. Eran fascinantes. Después de hallar lo que necesitaba e imprimírselo, se quedó un rato navegando por los lugares que había visitado.
    
    Posteriormente se lo dijo, pensando que era lo más correcto. Quizás era mejor que visitase esas páginas en modo navegación privada.
    
    —No tiene sentido esconder que me gustan las mujeres bellas, además, sólo tú tienes acceso al ordenador y con lo atractiva que eres no creo que tengas envidia— respondió sin timidez.
    
    Kim se pasó horas viendo esas fotos en su ordenador, -pues memorizó la url-, y después de examinarlas concienzudamente llegó la conclusión que le habían echado el cumplido más grande de su vida. También asimiló que tenía una enorme suerte con un jefe así. Desde la implantación del chip, muchos hombres habían empezado a tener un pésimo comportamiento laboral trasladando su posesividad sexual a un ámbito equivocado. Pero ...
    ... éste no era el caso. Kim cuidó mucho más su aspecto desde ese día, no para impresionarle sino para no decepcionarle. Quería mantener el puesto. Y, no quería negarlo, tener al jefe de su lado siempre era conveniente.
    
    Poco a poco fue llevando también parte de su agenda privada al estar bastante ocupado. Había dos mujeres fijas en su vida. De manera intermitente buscaba una tercera. Sin agobios. Kim se hizo amiga de las dos. Siempre llamaban a la oficina, -nunca al móvil-, para no molestarle en el momento inadecuado. Había una frontera difusa entre ellos. Siendo Kim la subalterna acabó por conocer mucho más de Juhani, -así es como se llamaba-, que él de ella.
    
    Uno de sus secretos, que Kim descubrió por casualidad, era lo absorto que se quedaba al contemplar a una mujer. Venía una vez a la semana una mujer, Niahm, bellísima a rabiar. Era consciente del impacto sobre él. Sus pases de modelo tumbarían de espaldas a un monje.
    
    Recordaba el día que le pilló. Niahm se había levantado para hablar por el móvil, con lo que estaba junto a la ventana. El vestido que llevaba era lo bastante trasparente como para que al trasluz se viese su perfil desnudo sin trabas. Resultaba obvio que no llevaba nada debajo. Kim entró a entregarle un informe sin que él se diera cuenta de que estaba allí. No lo interrumpió. Quiso ver lo que el veía, lo que implicaba mirar hacia Niahm. Entendió la subyugación, la devastación que provocaba. Tan concentrada hablando por teléfono que puede que no se diese ...
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