Madrastra
Fecha: 24/03/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Este es un relato que me pasó hace un año pero no me había entusiasmado a escribir. En ese entonces tenía 20 años y estaba en el primer año de la universidad.
Mi padre llevaba 2 meses de casado con una mujer de 30 años que por supuesto era mi madrastra, ella es una mujer que en ocasiones aparenta mayor edad y otras menor edad haciéndose pasar por una chica de unos 25 años, ella es delgada un poco bajita, piel morena, cabello ondulado y largo, pechos medianos, buenas piernas y con un excepcional culo, nosotros nos la llevamos bastante bien y solo vivimos los tres en la casa, ese día era verano y estaba haciendo un calor tremendo, por lo cual acostumbro a dormir en boxer en esos días.
Esa mañana no tenía ninguna clase durante el día por lo cual me había levantado un poco pasado de las nueve, recorrí la casa y noté que no había nadie por lo que no le puse reparo y me serví el desayuno, terminado de desayunar entra Claudia (mi madrastra) que había salido a comprar unas cosas a la tienda, llevaba una camisa de mi papá y un short licrado, me sonrojé un poco porque yo seguía en boxer y sin camisa pero ella no le importó, le pregunté por una camisa que me quería poner y no encontraba por lo cual me dijo que estaba en el último cuarto, junto a la ropa de planchar, entré al cuarto pero no la encontraba, enseguida entró mi madrastra y serró la puerta, se dirigió a una canasta y se agachó para buscarla, apuntando su redondo trasero a mis caderas, mientras que en mi mente pasaban ...
... cientos de malos pensamiento con mi madrastra, seguidamente, no se como y por que, tal vez por simple instinto froté mi bulto con las nalgas de Claudia, estaba un poco asustado de la reacción que podía tener, pero pasaron unos cuantos segundos y no pasó nada, me quedé un poco perplejo de que no reaccionó, en el instante seguido se levantó y dio la vuelta para mirarme, tenía una cara seria y un poco enojada, no nos dijimos nada, cuando entonces se quita la camisa para quedarse en sostén y me dice:
Estas palabra fueron mágicas porque terminado de decirlas mi verga empezó a crecer y a crecer mientras que ella lo observaba y se humedecía los labios.
Nuestros cuerpos semidesnudos se juntaron mientras le plantaba un beso en la boca, nuestras lenguas se movían en bocas ajenas, y mis manos recorrían su espalda y sus nalgas, mientras que las manos de ella posaban sobre mis caderas empujándolas a las ella, mi pene palpitaba como la primera vez, ya que era una situación muy inusual. Mis manos hábilmente desabrocharon el sostén que llevaba dejándolo caer al piso, suavemente mi madrastra empieza a bajar por mi cuerpo en busca de lo que me estaba imaginando, queda de rodillas frente a mí y me baja el boxer bruscamente, mi polla salta con fuerza y le golpea el rostro a mi madrastra, ella se retira, la toma en las manos y dice:
Y empieza a frotarla con esas pequeñas y suaves manos; me acaricia los huevos y se introduce la mitad de mi polla en su boca. Yo la tomo de sus cabellos y la ...