1. Mi esposa y el hombre alquilado


    Fecha: 31/03/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... besó con el sabor de su culo y verga.
    
    Nos entrelazamos en un ardiente beso, mientras Andy nos miraba hacia abajo, seguramente extasiado de ver su obra. Fernanda comenzó a gatear hacia la cama. Se arrodilló en el borde dejando medio cuerpo abajo.
    
    Me acerqué por detrás y comencé a besar y lamer sus nalgas, algo sudadas. Al abrirlas, se hacían hilos con el semen del cubano.
    
    “Límpiame como me gusta”, pidió.
    
    Metí mi dedo medio en su culo, con suma facilidad. Estaba vencido por Andy y lleno de su semen. Comencé desde arriba de su partida, llevando mi lengua por el caliente y sudado canal, hasta llegar a su ano, lamiéndolo y metiéndole la lengua, tragando el semen de Andy.
    
    Seguramente, el muchacho no podía creer lo que estaba sucediendo. Ya me había visto probar su semen de la boca de mi esposa, pero limpiarle el culo comerlo de su culo era otra cosa.
    
    Finalmente nos pusimos de pie. Fernanda no dejaba de agradecerme por haberla convencido, y desde luego, al joven Andy por haberla cogido como un verdadero profesional.
    
    Al no hablar de honorarios, Fernanda tomó mi billetera y sacó cinco mil pesos sin pedirme permiso. Andy los ...
    ... tomó gustoso y agradecido, a pesar de que, según él, no era su intención cobrar.
    
    Me excitó ver a mi bella esposa pagar por que se la cogieran.
    
    Andy se retiró. Fernanda lo besó un buen rato en la boca. Las obligadas intenciones de volvernos a ver no se hicieron esperar, aunque jamás sucederían. No le sugerimos quedarse. Queríamos estar solos y platicar largo y tendido de nuestra increíble aventura.
    
    Nos quedamos un par de noches más en la bella ciudad de México. Nuestras relaciones fueron intensas al grado de comprar pastillas para la disfunción eréctil, que por cierto funcionaron a las mil maravillas.
    
    La última noche fuimos al mismo bar del hotel.
    
    “¿Te quisieras ligar algún chilango?”, le pregunté a mi esposa después de algunas copas.
    
    Había un tipo algo mayor en la barra, cuya evidente intención era buscar sexo. Lo miramos y nos reímos.
    
    Se había cumplido nuestra fantasía al 100%. Ligar a un fulano en un bar era ya cosa de putas, acordamos.
    
    Indudablemente lo volveríamos a hacer, en su momento, quizá en la misma forma. Ya teníamos experiencia.
    
    ¡Ah claro! La película aún la disfrutamos y la guardamos en la caja fuerte. 
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