ES VERDAD - Relatos Eróticos

ES VERDAD

Los padres de Desireé habían salido a cenar al centro. Ella y Eugenia comieron una naranja y se tiraron en la cama grande a ver tele. Hicieron zapping por dibujos animados, novelas, y algún programa berreta del verano. A las once de la noche dieron con una película erótica en el canal 29. El hombre le estaba comiendo el cuello a besos a una mujer rubia de pelo largo, que tenía los ojos cerrados y disfrutaba. Las amigas se quedaron viéndola, tiradas de panza, en ropa interior, apoyando los codos en el colchón y su cara entre sus manos. En las escenas no se veía nada explícito, pero las dos, mirando la cara de los amantes, se imaginaban bastante bien lo que estaba pasando. Eugenia se sentó; después se acomodó en cuatro patas, sacando cola, de una manera inocente, natural. En la pantalla la temperatura iba subiendo y empezó a sentir calor. Se llevó la mano para atrás y comenzó a tocarse con suaves caricias. - Necesito que me la metan… –protestó en voz baja. Desireé, aunque estaba concentrada en la historia, volvió en sí y la escuchó. Sus largas piernas descalzas se bajaron de la cama y fueron al baño. Al lado del lavabo, sobre la piedra, había un desodorante rosa, del que no había dudas: realmente parecía una verga. Lo llevó a la habitación. Se acomodó detrás de Eugenia, que seguía tocándose. Le corrió un poco bombacha -¡Qué húmeda que está!-pensó al verle la conchita, y delicadamente comenzó a insertarla. La masturbaba con movimientos suaves y ella, como haciéndose la distraída, ayudaba relajándose, abriendo bien las piernas, y empujando hacia atrás. La cadencia fue en aumento y al sentir que ya estaba por venir lo mejor, quebró la espalda, succionó con fuerza para que el desodorante le llegue lo más adentro posible y estalló en un espasmo de placer. Es verdad, necesitaba que se la metan.