1. HERMANOS SIN TABU CAP 4 (MASTURBANDO A MIS HIJAS)


    Fecha: 30/04/2019, Categorías: Incesto Autor: Crystal69, Fuente: SexoSinTabues

    Después de haberle mamado la verga a mi propio padre, mi relación con él pasó de una absoluta confianza a algo parecido a la vergüenza. Ya no le podía ver de la misma forma porque me hacía recordar esa sensación de su semen llenándome la boca, y el tamaño de su pene apuntando hacia lo más hondo de mi garganta. No sólo había roto una barrera más en torno al tabú del sexo en familia, sino que yo no estaba del todo lista para dar ese paso. Más bien fue como un error, aunque realmente no estaba tan arrepentida, pues en cierta manera deseaba que la situación se repitiera. Era esa atracción a lo prohibido lo que me excitaba, y durante un buen rato me mantuvo algo cachonda. Pero sólo un poco. Por la noche cocinamos los pescados que atrapamos en el muelle y formamos una fogata junto a la playa. Platicábamos de diferentes temas triviales como la situación laboral en el país y cómo los políticos empezaban a engatusar a la gente a base de mentiras y demás, pero a medida que la noche pasaba, las cosas empezaron a variar un poco, especialmente en Lorena y Ángela, que se demostraban su amor dándose besitos de vez en cuando a la vista de mis padres. Me pregunté cómo se lo tomarían ellos, que miraban a su hija comerse la lengua de su novia. Incluso a mí me excitaba un poco ver cómo Lorena acariciaba las piernas de mi gemela. —Estos pescados estaban deliciosos —dijo mi madre y alabó a su hombre como proveedor de alimento. Mi papá me miró con un coqueto brillo en los ojos y yo me sonrojé y ...
    ... aparté la mirada. —Es que Andrea fue muy buena con las manos y el anzuelo. Nos reímos por el doble sentido de su tono de voz y luego permanecimos un rato en silencio, disfrutando con sólo el ruido del océano rompiendo contra la costa y el fragor de las aves marinas que sobrevolaban en el cielo nocturno. Comenzaba a hacer un poco de frío por la brisa, y mi madre dijo que ya era hora de volver a la casa y dormir un poco. —Yo me quedo un poco más —anuncié porque quería pensar un poco en lo que respectaba a mi padre. De inmediato Lorena dijo lo mismo y se despidió de mi gemela con un bonito beso en la boca. Estefy, que estaba asando malvaviscos en la fogata y hablando por teléfono con sus amigas, también se quedó. —¿Te pasa algo? —me preguntó Lorena, arrimándose a mí —. No estás tan platicadora como siempre. —Ehm… no. Me encuentro perfectamente. ¿Y tú? Veo que estás muy embelesada con mi hermana. Parecen hechas la una para la otra. —Lo estamos, aunque tú también tienes lo tuyo. Las dos son tan parecidas. —Sí —me reí nerviosamente. A pesar de lo oscuro, la luz de la fogata iluminaba los ojos lujuriosos de Lorena. Yo era idéntica a su novia y eso me daba algo de escalofríos, así que le dije que me alejaría un momento porque necesitaba pensar. Caminé un poco por la playa sin intenciones de alejarme. Vestía sólo un camisón, así que las piernas se me congelaban. De repente escuché las risas de Estefy y miré en dirección a la fogata, donde Lorena estaba contándole algo a mi hermana. ...
«1234...»