Le fui infiel a mi novio y lo gocé
Fecha: 04/05/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: carmenmosqueda, Fuente: RelatosEróticos
... cínico.
—No, por favor, mi príncipe, sigue, sigue. Dame papito, más, más, más. ¡Así, así! Ay bebé.
— ¿Cuánto te gusta mi verga, chiquita?
La barrera física ya había sido derribada, pero ahora estaba a punto de caer la barrera psicológica de la infidelidad, donde yo renegaba de mi pareja a favor de mi amante.
—Mucho, mi príncipe. Qué pene tan rico tienes.
— ¿Más rico que el de tu novio?— me preguntó mientras soltó una breve carcajada.
—Sí chiquito, más. Ay, ay, ay.
Este tiempo mantuvo un nivel de empujadas bastante considerable, pero de pronto el ritmo de ellas aumentó. Mis gemidos pasaron a gritos desenfrenados. Y así fue que entre muchísimos “Ay” me vine por primera vez.
—¡¡¡¡Ayyyy!!!! ¡¡Sí, mi príncipe!! ¡Argghhhhhh! ¡Ay, Dios, qué verga tan rica! ¡Ay, no pares, por favor! ¡Daniel, Daniel!
Una vez leí en una encuesta por Internet, que los hombres adoran que nosotras digamos su nombre gritando mientras nos cogen así que mientras tenía mi orgasmo no se me ocurrió algo mejor para aumentar el ego de “mi príncipe”.
Daniel, en su papel de macho, de vez en cuando me decía algo o me daba nalgadas pero jamás daba signos de debilidad. Me molestaba no poder verlo a la cara por mi posición pero me gustaba imaginar su cara de placer.
Durante mi orgasmo, los músculos de mi vagina se apretaron contra su poderoso miembro lo más que pudieron y mis manos se aferraron a las sábanas de la cama descargando mi placer. A veces volteaba de reojo para tratar de ...
... mirarlo y sólo veía la imagen de un gran hombre concentrado en una de sus grandes labores en la vida: saber coger. Daniel mantenía su mirada en mi culo empinado no perdiéndose ningún detalle de cómo su verga se perdía en mis adentros.
—Jálame el pelo, Daniel. Fuerte— le dije con voz de suplicio.
Daniel no tardó en atender mi petición y siguió cogiéndome de perrito jalándome el pelo durísimo. De vez en cuando, me jalaba con la izquierda y con la derecha me daba nalgadas. Era un maldito maestro del sexo, y estoy segura que el muy coqueto seguramente ya se había llevado a varias colegas de la universidad a la cama y ahora yo no era más que uno más de sus trofeos.
Tras unos 5 minutos en estas condiciones mi segundo orgasmo llegó entre gemidos, gritos y frases dignas de la puta más baja de la ciudad.
Prosiguió así unos minutos más hasta que sentí que su verga salía de mí. Volteé al instante, Daniel me dio una pequeña nalgada y me guiñó el ojo.
—Levántate, quiero cambiar de posición.
— ¿Puedo quitarme las medias?—, le pregunté. Las llevaba puestas desde la mañana, y entre el faje en el coche y la tremenda cogida que acababa de darme sentía mis piernas sudando.
—No. Así quédate. Camina dándome la espalda y pon las manos extendidas en la pared. Te quiero seguir cogiendo por atrás pero paradita. Te va a encantar.
Ya no respondí. Sólo obedecí, me levanté y me puse de espaldas recargada en la pared enfrente de la puerta. A sentir su presencia cerca de mí por atrás ...