1. Por infiel, inicie a mi esposa en la prostituc (6)


    Fecha: 10/05/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... fascinantes, incitadoras, y sexys. Pero no quiero parecer vulgar, quiero ser como yo soy: Femenina, pero también cándida, inocente, y muy distinguida. ¿Se puede ser así?
    
    - ¿Con esa combinación? No lo creo. Tú, sin que vistas prendas sexy, te ves fuertemente atractiva y deseable. Estás en dificultades, tu cuerpo te delata: eres una mujer fuertemente sexual y apasionada. Eres muy femenina, cándida, inocente, pero vestida con prendas sexy, siempre parecerás una deliciosa puta.
    
    - Ja,ja,ja, que cosas que dices, ja,ja,ja, locoooo.
    
    - Bien, ahora, hagamos realidad tu fantasía, te invito a salir esta tarde. ¿En qué ambiente te gustaría estar, y que te gustaría lucir?
    
    - ¿Podríamos ir otra vez a la 18?, pero no en ese burdel, sino salir del carro, y solo caminar por esas calles, y… tal vez tomarnos en uno de esos locales unas cervezas?
    
    - Suena muy excitante y erótico, pero será la última vez que lo hagamos en Guayaquil. Aquí todos nos conocen. ¿Y qué piensas vestir?
    
    - Aquí tengo un vestido blanco muy ajustado y escotado. Mira, es plisado, lo cortaré a la altura de las caderas, me veré como una cheerleader ja,ja,ja. También me pondré este interior blanco, de seda transparente. ¿cómo crees que me veré?
    
    - Yo, sonriendo le dije: “Como una puta, te verás como una puta”.
    
    Luego de hacer lo dicho, y después que Andrea se maquilló, se puso un coqueto cintillo celeste en su pelo, y se calzó unos elegantes tacones plateados, salimos en nuestro 4 x 4 rumbo a la 18.
    
    Al ...
    ... bajarnos, y empezar a caminar, todas las miradas de los hombres que caminaban esas calles se volcaron con avidez contemplando a esa esplendorosa puta. El vestido blanco de Andrea la hacía ver sensacional con ese escote que mostraba con descaro sus blancas, firmes, y carnosas tetas. El vestidito plisado no podía ser más deshonesto, ya que su filo inferior le llegaba apenas al inicio de sus caderas, mostrando su sexo transparente y velludo, y las abundantes y voluptuosas curvas de sus piernas, de manera realmente excitante e impúdica. El sonido bullicioso de la salsa, y las miradas y exclamaciones de admiración y de deseo, que los frecuentadores de esas calientes calles le dirigían a Andrea, crearon un encendido ambiente erótico a nuestro derredor. Yo creía estar soñando un sueño de elevada carga erótica.
    
    Mi esposa Andrea estaba ya donde eligió estar, y vestida de la forma que quiso. Se la veía sobreexcitada y acalorada. Parecía que el ambiente de la carne y la prostitución de la 18 la envolvían y la atraían, seduciéndola e invitándola. Estaba bellísima, y atrevidamente puta.
    
    Ella me confesó que el corazón le estallaba con un fuego desconocido e intenso, porque sentía que la causa de la gran agitación sexual que se despertaba a cada paso que daba, se debía a ella misma. Se sentía la mujer incitante que siempre quiso ser en el fondo, estaba experimentando íntimamente la sensación de sentirse deseada por los hombres, para quienes se había destapado, mostrando su cuerpo. ...