Amigos gozando del intercambio en un plácido Balneario
Fecha: 13/05/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos
Pues, mira, todo empezó con parloteos intrascendentes en el jardín, mientras los cuatro (Floren, mi mujer; Charo, la mujer de Luis; éste y yo), tomábamos café.
Luego por la noche, en la sala de juegos, durante varias partidas de Canasta y Pinacle, alegradas con whisky, nos atrevimos con frases hechas o de doble sentido, insinuaciones veladas, y chistes y bromas cachondas. Y al final, nos dimos cuenta de que nos caíamos bien, de que habíamos conectado. Tal vez por eso, a la mañana siguiente, en la piscina termal, relajados tras bañarnos y tomando el sol en las tumbonas, la charla se hizo cada vez más íntima y sorprendentemente más sincera.
Así, según me contó mi mujer, Charo le explicó la de tríos e intercambios que había llevado a cabo con su marido. “Pero ahora, con los años, sólo alguna vez, de milagro... ¿Y vosotros qué?”, la sondeó Charo.
Floren me aseguró que se había limitado a sonreír y a cambiar de tema.
Yo, por el contrario, medio en broma, medio en serio, le fuí confesando a Luis mis limitaciones sexuales actuales.
-¿Has probado con pastillas? -se interesó.
-No puedo. Tengo una insuficiencia cardíaca.
-Lástima... Puedo asegurarte que van de coña.
Finalmente, por la tarde, después de las sesiones de masajes, mientras nos tomábamos gin tonics en el jardín, entre carcajadas y sobrentendidos, las cosas iban a concretarse.
En el momento oportuno, Charo, que había llevado la voz cantante, le susurró algo al oído a mi mujer. Floren me miró, ...
... como confirmando lo que habíamos sospechado desde la noche anterior. Y tal a lo que ambos habíamos convenido, sonriendo, le dio su total aprobación a Charo.
Enseguida los cuatro hicimos un brindis teatral y luego subimos a la habitación de Charo y Luis. Allí, nos despojamos de los albornoces y de los trajes de baño y nos quedamos en cueros.
Entonces, la primera en la frente: de golpe, exhibiendo la precaria gallardía de mi polla y la blandura muscular de mi cuerpo, me sentí totalmente ridículo e inseguro. Pero lo cierto es que los demás tampoco presentaban cuerpos mucho más espléndidos. La gran claridad que entraba desde la terraza iluminaba descaradamente los enormes culos de mi mujer y de Charo y sus tetas cayendo hacía la cintura, y, desde luego, el abultado barrigón de Luis y sus flacas y esmirriadas nalgas.
Ante este panorama recuperé parte de mi autoestima. Pero lo más curioso fue descubrir que esos cuerpos imperfectos en vez de desagradarme me excitaban morbosamente. ¡Dios!, hubiera dado mi vida por volver a tener una polla dura para follarme salvajemente el coño de Charo, o su culo, y, ya puestos a hacer, incluso el culo de su marido. Y claro, como siempre, a Floren.
Nuevamente, fue Charo quien tomó la iniciativa. Besó a su marido mientras le manoseaba la verga hasta que, muy pronto alcanzó cierta consistencia y cierta firmeza. Entonces le dio un par de azotes en el trasero.
-¡Tíratela! -le animó, empujándolo hacia mi mujer-.¡Fóllatela! ¡La pobre tiene ...