1. La señora Ysabela y yo (6)


    Fecha: 23/08/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... dicho lo siento, estás muy mojada.- comenté apretando sus nalgas.
    
    - No te olvides de mis tetitas.- dijo poniéndolas al alcancé de mi boca.
    
    Como un recién hambriento nacido, caí y degusté esos pezones, que se hincharon respingones y tentadores. Yo comía y comía senos de Ysa, sin dejar de enterrarle mi pene hasta lo más profundo de su ser. Sosteniéndola bien de las nalgas, ella pasó sus brazos por mi cuello y aún unidos me levanté de la cama con ella encima. La fui paseando por toda su casa hasta detenernos en la cocina, allí la senté en la mesa y ella apoyó su cabeza contra la pared, y continué con el coito. Una pierna se mostraba estirada y la otra era sujeta por mi brazo derecho a la altura de mi cintura, ella sólo se masturbaba furiosamente soltando gemidos lastimeros y de placer.
    
    Sumergidos en nuestro propio mundo de lujuria y gula sexual, nos abandonamos al goce casi animal del sexo. De un momento a otro salimos del trance en el que nos encontrábamos, alguien habría la puerta de su casa. Y ese alguien ...
    ... sólo podía ser su esposo. Al notar esto los dos salimos corriendo a su cuarto, tanto para recoger mi ropa como ella para atrapar una toalla y cubrir su desnudez.
    
    - Corre, rápido, muchacho.- susurró muerta del espanto ante la llegada sorpresiva del padre de sus hijos.
    
    - Eso hago señora, eso hago.- contesté terminando de recoger mis prendas y saliendo con la misma rapidez al patio.
    
    - Apúrate.- dijo yendo al baño.
    
    Lo único que hice fue lanzar mi ropa al patio de mi casa y trepar de un salto por las rejas al techo, el resto fue más sencillo y bajé por la escalera que me esperaba cómplice del retorno de mis aventuras.
    
    Me puse la ropa tan rápido como pude y subí unos escalones de la escalera para tratar de escuchar algún ruido u otra señal que me dijera que había problemas. Pero eso no pasó, sólo había un silencio de lo más natural, eso me extrañó aún más, ¿se habría percatado de lo que pasaba? Sólo habría una forma de enterarme y eso sería lo que me dijera la señora Ysabela, la única que me disiparía la duda. 
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