1. La boca del metro


    Fecha: 24/05/2019, Categorías: Confesiones Autor: ekaitza, Fuente: RelatosEróticos

    ... carne de moro”. Uno de ellos se separó de mí y se colocó detrás, me puso de rodillas y me bajó el tanga hasta la mitad del muslo. Se puso a palparme los labios del coño y cuando comprobó que estaba bien húmeda se puso a hurgar hacia dentro. Con sus movimientos me estaba volviendo loca, y no podía evitar sacarme la polla del otro de la boca para suspirar y gemir de placer. Abrí las piernas todo lo que me permitía la postura y el tanga que aún seguía “molestando” en mis muslos para que pudiera hurgarme lo más adentro posible. Tras un ratito así, se pusieron de acuerdo y el que estaba de pie dándome su polla en la boca se separó y se sentó con las piernas abiertas y la polla hacia arriba donde comenzaba la escalera para que yo, ya con el tanga en un tobillo, se la chupara a cuatro patitas, mientras el que había estado hurgándome con el dedo en el coño se dispuso a ensartarme a lo perrito. Comenzaron a moverse descompasados, lo cual no me estaba gustando nada, pero a medida que seguíamos ya los movimientos de los tres eran más sucesivos y yo estaba empezando a alcanzar el orgasmo. Al rato me dolían las rodillas, pero ellos no estaban dispuestos a terminar, así que tuve que aguantar un buen rato más en esa posición, hasta que saboreé los fuertes borbotones de semen que salieron de la polla que tenía en la boca. Miré al moro, que estaba recostado hacia atrás casi en estado de trance, mientras seguía soltando semen por la polla. Cuando saqué la polla de mi boca y el moro vio que ...
    ... ya no quedaba nada, le dijo sorprendido al otro:
    
    -Se lo ha tragado! La blanquita puta se lo ha tragado!
    
    -Pues a ver si este culazo traga tanto como la boca.
    
    Sacó la polla de mi coño, me hizo ponerme de pie, manos contra la pared y la espalda arqueada dejando mi culo en pompa, con las piernas abiertas y estiradas.
    
    -Te voy a follar tu culo blanquito, puta!
    
    Yo estaba tan caliente que se me olvidé del aceite lubricante que guardaba en el bolso. Las primeras ensartadas me dolieron un poco, aunque no demasiado, y una vez dentro me llevó al séptimo cielo. Yo estaba a punto de estallar, un escalofrío entraba por mi ano y me recorría todo el cuerpo haciéndolo estremecerse en espasmos y temblores que se antojaban insoportables, mientras él cada vez embestía más fuerte aumentando también la fuerza de los azotes que me daba en las nalgas para espolearme, hasta que por fin estallé en un orgasmo que me dejó casi sin fuerzas. Cuando ya me estaban fallando las piernas, noté los ticks de su polla seguidos de los borbotones de semen que se alojó en mis entrañas. El moro que se había corrido en mi boca, se había puesto cachondo y se estuvo pajeando mientras el otro me sodomizaba, así que cuando yo estaba sentada en suelo contra la pared recuperando las fuerzas, me puso la polla en la cara para correrse de nuevo dentro de mi boca. Naturalmente, ya no tenía tanto semen como antes. Ellos se fueron y cuando les vi desaparecer arriba de la escalera, me levanté y me fui a casa. Cuando ...