Violación grupal en la parada de colectivo
Fecha: 25/05/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... suspendida en el aire, pero el que había abierto la puerta la agarra de las piernas y finalmente la meten en el local.
Tamara grita y forcejea, pero poco puede hacer contra la fuerza de dos hombres, además se le sumó el tercero, el que había golpeado la puerta para que le abrieran, quien le tapó la boca con la mano. Pero ella sigue retorciéndose en el aire, en vano, porque sólo logra que los tipos se exciten más viendo cómo patalea, lo que hace que se levante la falda del vestido, dejando a la vista la bombachita blanca.
Tamara se rinde y hace silencio, la resistencia ya es inútil, debe usar otra estrategia para escapar de ahí.
Siente el sabor salado de la mano que cubre su boca, cual mordaza. Los otros dos hombres avanzan, cargándola uno de las axilas y otro de las piernas.
Mientras es llevada por la habitación oscura echa un vistazo del lugar. Las paredes grises, están revocadas y sin pintar. Hay pocos muebles: Sólo la cama donde está el gordo cogiéndose a la mujer que no deja de gritar cada tanto. Ambos parecen no haber notado la presencia de ella. Y también hay una mesa, donde descubre horrorizada una pistola.
Ahora más que nunca piensa que no debe resistir. Debe fingirse sumisa y aprovechar la mejor oportunidad para escapar.
Atraviesan una puerta y entran a un cuarto tan sobrio como el anterior. La tiran con violencia sobre la cama. El cuerpo de Tamara gira sobre el colchón y casi va a parar al piso si no se agarra con una mano. “por favor no me ...
... lastimen” suplica. Uno de los hombres se le acerca, la habitación es muy oscura, apenas puede verlo. Siente el tirón en el pelo. “cállate putita” le dice. “hago lo que me pidan, hago lo que me pidan” repite Tamara varias veces, con voz agitada y entrecortada. “muy bien, así me gusta, si te portás bien en un par de horas te vas para tu casa”. Ella no le creyó, había algo siniestro y malicioso en la voz de aquel hombre. Piensa que probablemente aquellos cuatro formen parte de una red de trata de blancas, quizá la llevarían muy lejos y la venderían como prostituta. Pero de momento no podía hacer nada.
Los otros dos se le acercan, comienzan a manosearla. Los tres se concentran en la parte de debajo de la cintura. Toquetean las piernas, subiendo a los muslos, las nalgas, que descubren dura de tanto ejercitar, y su sexo. Ella se contrae intuitivamente, mueve las piernas como intentando retroceder, pero sigue en el mismo lugar, encima de la cama, parece un nadador que mueve las piernas para mantenerse a flote. Incluso en esa situación le da vergüenza cuando descubre la mano tironeando la bombacha empapada. Sin embargo al hombre que se la está sacando no le molesta, al contrario, cuando por fin la tiene en su poder se la lleva a la cara, frotándosela, y la huele con una larga aspiración “mmm que rica sos” le dice.
Tamara está pasando por un infierno, sin embargo los hombres se sienten en el paraíso. Muy pocas veces tenían oportunidad de disfrutar de una mujer tan hermosa como ella, ...