1. CUANDO GABRIEL REENCONTRÓ A MERCEDES


    Fecha: 27/05/2019, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues

    ... vez fuera por eso, por el amor, el sincero cariño, con que su hermano la rodeaba, o por lo que fuera, pero la cosa es que pronto Mercedes se empezó a sentir sumamente a gusto… Feliz y casi, casi, relajada… Ciñó aún más, si ello fuera posible, el cuello de Gabriel con sus brazos y, también quedamente, fue deslizando al oído de su hombre • Gracias Gabriel, hermanito… Gracias por tu cariño, tu ternura… Por lo gentil que eres conmigo… Te quiero, vida mía… Te amo con toda mi alma… Y con toda mi pasión… Soy feliz, cariño mío… Me haces feliz, muy feliz… Inmensamente feliz, inmensamente dichosa… Bien mío, me estás haciendo disfrutar, al tiempo que me llenas de suave, tranquila y sublime placidez Hasta entonces Mercedes había mantenido inactivas sus caderas; le daba miedo moverlas pues temía, y mucho, al dolor, al dolor que las embestidas de su hermano le infringieran en un principio, porque sí, como él le anunciara no era lo mismo ser desflorada a los veinte y pocos años que a los treinta y bastantes como entonces ella tenía. Pero el dolor se había ido disipando, sustituido por la placidez que las caricias de su hermano le producía y, también, cómo no, por el placentero gozo que las embestidas de Gabriel ahora le proporcionaban. Y ella, Mercedes, en esos otros momentos quería, deseaba con ansia libar la miel, el néctar de los placeres del amor, con lo que sus caderas entraron en movimiento acompasándose al ritmo impuesto por el movimiento, el ir y venir de las caderas masculinas en ...
    ... su adelante-atrás, adelante-atrás, adelante-atrás, y así “ad infinitum” Los gemidos que antes reprimiera al causarlos el dolor, ahora brotaban libremente de su boca, pues ya de dolor no eran, sino de infinito placer; y a los gemidos se unieron, alternándolos, los jadeos, los expresivos ayes • ¡Me gusta! ¡Ay, ay! Me gusta cielo, me gusta… Me gusta lo que me haces… Soy… ¡Ay, ay!. ¡Soy dichosa, cariño mío!. ¡Muy, muy!. ¡Muy dichosa cielo mío!. Qué gusto, mi rey, qué gusto más grande me… ¡Aaahhh!. Me provocas… ¡Qué me haces, bien mío, qué me haces!… Me, me vuelves…¡¡¡Aaahhh!!!. ¡Me vuelves loca!. ¡Loca, sí, loca!. ¡Loca de gusto, de placer!. ¡¡¡Aaaahhhh!!!. ¡Me vengo, cielo, me vengo!. ¡Ya estoy aquí!. ¿Lo ves, cielo mío? ¿Ves, ves lo que me haces? ¿Lo notas, me notas, me sientes?. ¡Me “cooorrrooo”, cariño mío, me “cooorrrooo”!. Mercedes disfrutó, por fin, de su primer orgasmo verdadero, el primero que una masculina virilidad le procuraba, y eso en ella fue un descubrimiento, pues entonces supo de una cualidad en ella hasta entonces desconocida, la capacidad multiorgásmica, pues aquél primer orgasmo no fue sino el preludio de un segundo seguido de inmediato de un tercero y no está claro si, incluso, de un cuarto. Aquellas fueron las primeras llegadas a la cima del éxtasis sexual, pero en modo alguno las únicas, pues a partir de allí la noche fue larga para la pareja de hermanos, aunque a ellos se les hiciera más bien corta. Los gemidos y jadeos de Mercedes acabaron trocándose en ...
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