1. ¡De mi hermana... esclavo total!


    Fecha: 05/06/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: axel, Fuente: CuentoRelatos

    ... los pies a mi hermana y mamá entró así descubriéndonos, siguió como si tal cosa su andar, pero la carcajada, siguió con ella. Mi hermana y yo, reímos.
    
    Mamá debió viajar junto con mi padre al exterior en un viaje que les insumiría meses de ausencia, entonces... el campo nos quedó completamente libre para nuestros desenfrenos más apasionados. Mi hermana comenzó a hacer de mí prácticamente un conejillo de indias para sus experimentos lujuriosos, haciéndome a veces cosas, que me ponían al mismísimo borde de la locura.
    
    Sesiones prolongadísimas de torturas eróticas con todo tipo de cosquillas y cosas, y una manera de hacerme el amor a sus más extravagantes antojos y exprimirme hasta arrancar de mí verdaderos ríos de leche haciéndomelos saltar pija afuera en medio de orgasmos que hasta me hacían aullar como perro.
    
    Mi lengua vivía metiéndose en su culo y su raja y pasando por sus tetas y axilas y su anatomía toda así días y noches enteras a veces.
    
    Y un día dijo mi hermana que iba a comenzar a probar en mi cuerpo una dieta súper afrodisíaca que garantizaba efectos bestialmente eficaces en el resultado de una multiplicada acción orgásmica en mis sensaciones orgásmicas cuando me vinieran, y.… comenzó a hacerme tragar y tragar aquellas cosas que ...
    ... ella misma las preparaba. Y.… ¡era verdad! Ayyy! ¡Ay de mí!!!Cada orgasmo parecía que iba a arrancarme las tripas para hacérmelas saltar en medio de unas cosquillas infernalmente atroces haciéndomelas saltar pija afuera, y todo yo era un enjambre de alaridos y gemidos y gritos y suspiros desaforados y súplicas de piedad en medio de las carcajadas de ella meta hacerme y hacerme cosas, cosas y más cosas.
    
    Eso me puso en un estado que derivó en algo así como un comienzo de locura, que comencé a andar riéndome y detrás de mi hermana permanentemente buscándola y suplicándole que hiciera lo que quisiera conmigo, y hasta babeándome en un estado ya casi limítrofe con la demencia. ¡Mi hermana, andaba sólo riéndose de mí...! Y cuando me capturaba para comenzar a divertirse con mi cuerpo haciéndome cosas, yo comenzaba a dar gritos donde el placer más alocado y la desesperación y la dicha, se entremezclaban en una argamasa loca de la más ridícula cosa como increíble. ¡Cómo se reía mi hermana!!!
    
    ¡Aquello... iba en aumento!
    
    ¡Pero gorda fue una vez su ocurrencia, cuando decidió inyectarme con un poderosísimo excitante sexual!
    
    Sí: un poderosísimo excitante sexual, que descubriéndolo ella en una veterinaria, supo que se lo solían inyectar... ¡a los cerdos! 
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