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El estigma
Fecha: 07/06/2019, Categorías: Gays Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... con otros sentimientos. Disfrutaba tenerte a mi vista, olerte y sentirse; deslizar mis dedos por tu piel me daba escalofríos de gozo, eras mi nínfula, la nínfula de tu degenerado hermano. Breve silencio para observarla, y prosiguió Pero a diferencia del pederasta de la novela, según tu cuerpo se formaba, y tu mente maduraba; mis angustias, mis necesidades aumentaban. Te necesitaba y en mi cama me pajeaba imaginando tu cuerpo a mi lado y susurrándote "mi putita hermana", pero fuera tenía pavor a que me descubrieras mis sentimientos. No se cómo lo supiste. Me habitué a ello, convivía con ello. Cierto que conocía a algunas tías y disfrutaba, y con algunas fue especial como con Ana lo que me daba esperanzas de poder superar ese aberrante sentimiento hacia ti. Pero volvió con una fuerza sofocante cuando te vi en el garaje con Ana, y aquella noche cuando me despreciaste, simplemente me volví loco, por eso tuve que huir. Me daba miedo que te pudiera hacerte más daño y necesitaba alejarme de ti, olvidarte. (Ahora mentía) son locuras de juventud, al poco tiempo lo superé y volví a ser feliz, aunque siempre tendré la amargura de haberte hecho daño. Un largo silencio siguió, roto por la voz serena de Elena. Siempre lo supe, Víctor; desde muy pequeña y me sentía feliz, profundamente feliz, pero aquella noche sobre este sofá me hiciste mucho daño, y ya no supe sí, mi putita hermana, era un sentimiento o un desprecio hacia mí. Acercándose ahora a él y acariciándole el ...
... cabello, le dijo: Nunca pensé en contarte esto, pero yo, también estaba enamorada de ti y solo Ana lo descubrió, tú no te enterabas y eso me consumía, ¿cuántas veces me insinué, cuántas veces me apretujé a ti, cuantas veces buscaba al besarte tocar tus labios con los míos? Pero nunca reaccionaste. La miró asombrado, atónico, mientras pensaba, "¡Mi hermana también!, por Dios que inmenso error cometí, tenía que haberme ido antes". Y Elena, siguió Por las noches cuando hablabas por teléfono con Ana, descolgaba yo también el mío, tumbada en el suelo para no hacer ruido y mientras tú cálida voz la susurraba golfadas y la excitaba, yo las oía como si fueran para mí. Tus órdenes controlaban mi mano sobre mi cuerpo, acariciaban mis pechos, los manoseaba, los estrujaba a cada exigencia tuya; deslizaba lentamente mis dedos humedecidos sobre mi excitada piel, hasta llegar a mis labios vaginales, y mientras me pellizcaba mis duros pezones, suavemente me acariciaba mi clítoris al ritmo que imponías. Cuando tu cama crujía y tu respiración se aceleraba, yo tenía mi maravilloso orgasmo. Elena se levanta, Se echa un whisky y toma un sorbo. Su vista parece lejana, ausente, y abatida como si el recuerdo le doliera. Volvió a mirarle y finalmente continúa: Eras mi razón para respirar, Víctor; más de una vez estuve tentada de decirte " fóllame a mí"; necesita sentirte y amarte. Por eso nos vistes aquella noche a Ana y a mí. Siempre nos hemos querido, incluso creo que estaba enamorada de ...