1. Mi primer piso de estudiantes... IV (La boda)


    Fecha: 09/06/2019, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Marcos Sur, Fuente: CuentoRelatos

    Los meses pasaban y la convivencia y la amistad entre los tres compis del piso iba creciendo. Tanto es así que un día vino Laura invitándome a la boda de su prima a su pueblo... ¡menudo compromiso! pero a ver quién se libraba de tal evento con lo bien que nos llevábamos y la afinidad que había.
    
    Por su parte Marta iría a tal evento con Juanjo y tendría que aguantar al "cateto de los cuernos" de nuevo... pero en este tiempo ya no me había vuelto a acostar con Marta y lo que quedaba entre nosotros era mucha complicidad.
    
    En esas estábamos preparando la boda cuando tuve el infortunio de caerme de la bici de camino de la facultad fastidiándome la pierna. Y lo clásico, entre que no quería ir con las muletas a la boda y que pasaba de ir al medico llegó el día, teniendo que ir a la boda con alguna pastilla de más y dando "cojetadas"...
    
    Marta y Laura me insistieron para que no fuera pero bueno el efecto de las pastillas suavizaron las molestias, enfundándome mi traje, que me quedaba como un guante, y me fui con ellas.
    
    Llegamos al convite con ganas de comer y bueno... de beber... Yo por las pastillas no podía beber pero por un poco de vino blanco me dijeron que no pasaba nada y bueno no pasó nada, tan solo estaba achispado. La cuestión fue que luego llego el tinto... el champagne para brindar... Acabó la comida y comenzó el baile. Era una hacienda con hotel y la verdad que yo no estaba para bailar así que Laura de vez en cuando se pasaba por mi mesa y me tome alguna copa que ...
    ... otra. Y en esas estábamos mientras Marta y Juanjo discutían en la barra. Yo medio achispado medio en mi mundo solo reía con Laura. En ese momento la tía de Laura, llamada Marisol, se acercó y me dijo que por qué no me levantaba a bailar y le expliqué mi lesión. Junto a la tía de Laura se acercó su marido, un carnicero muy dicharachero que se reía de en tono de broma de mi desdicha. Hicimos buenas migas y me contaba sus lesiones y cortes. Entre copa y copa su mujer Marisol (la tía de Laura y mujer del carnicero) me dijo que ella tenía una crema muy buena que aliviaba dolores y que su marido no viajaba sin ella. Yo pregunté la marca y me dijeron que ellos me la dejaba para que me la pusiera. Ellos se habían hospedado en el mismo hotel de la hacienda de la boda y le dije si podía aplicármela ya. El carnicero me dijo que acompañara a su mujer, viendo mi cara de estar incomodo con la molestia de mi pierna. (el carnicero me veía como un niño de dieciocho años amiguito de su sobrina y fui con ella).
    
    Subí por las escaleras mientras los demás se quedaban en el convite. Marisol era castaña, con media melena, de estatura media y a sus 40 años pese a no estar delgada se notaba que hacía deporte. Era una mujer apretadita y embutida en un vestido amarillo que remarcaba sus curvas.
    
    Llegamos a la habitación, era una estancia típica de madera donde lo rustico y lo moderno se mezclaba. Me senté en una silla mientras ella buscaba la crema en el neceser en el baño. Cuando salió Marisol yo ...
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