Karina, el segundo encule de mi vida (1)
Fecha: 13/06/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos
... rumores y malos entendidos. De hecho, Karina siempre llegaba en su coche y yo en el mío. Fue por medio de Karina que descubrí de las mujeres de la oficina que se querían acostar conmigo. Ella lo decía en son de broma, como sugiriéndome a aprovechar tal situación:
- ¡Le gustas a Diana! Ella está loca por ti… si solo la invitaras a salir.
La verdad que habían chicas muy lindas en la oficina, desde la secretaria de recepción hasta las que trabajaban en contabilidad, mi amigo y vicepresidente de recursos humanos, empleaba todos sus recursos para emplear las chicas más bellas posibles. Aunque debo admitir, eran bellas y muy competentes. Y ese era el caso de Karina. Al principio me sentía culpable con ese sentimiento corrupto al haber dejado atrás a candidatas que parecían tener mejor experiencia y mejor entendimiento del negocio, mas sin embargo, Karina disipó todo aquello mostrando y ganándose el respeto de todos mis subalternos. Era una chica muy eficiente y parecía que estaba conectada a mí de una manera telepática, que siempre intuía los pasos a seguir.
Aquel día lunes se aparecía a través de la puerta de mi habitación y me sugería ir al médico, a lo cual me negué. Volvió a darme ese delicado masaje en mi pierna y el cual volvió a provocarme otra erección y esta vez la vi sonreír cuando mi glande se elevó y puso presión al pantalón corto que vestía. Después del masaje de unos 20 minutos, por primera vez me pide que le ayude a desabrochar su vestido y sostén que tenía, ...
... con la explicación que se iría a poner cómoda con ropa más ligera. Regularmente en el tiempo de verano usaba pantalones cortos de algodón y en el invierno de esos pantalones sueltos del mismo material. Siempre intuí que no llevaba prenda íntima, pues no recuerdo haber divisado el relieve donde se marcan regularmente los bikinis o tangas. Obviamente no lo podía preguntar, solo imaginar y quedarme callado.
Regresó a mi habitación y nuevamente se había sentado en contra del espaldar de mi cama y me pidió que me acomodara y puso mi cabeza sobre sus piernas, mientras con una mano me masajeaba mi sien y con la otra sostenía un libro que leía de William Faulkner. Estaba con sus pantalones cortos y sus camisas sueltas que regularmente eran grandes para que sus hermosos pechos pasaran desapercibidos, pues estando en casa le gustaba sentirlos sueltos. Yo con cierta desconfianza posaba mi rostro sobre su regazo y mientras ella me leía el cuento en turno, yo solo imaginaba que mi rostro estaba a solo centímetros de esa deliciosa abertura de su sexo, pero me quedaba contemplando sus muy bonitas piernas, las cuales soñaba abrir algún día y hundir con delicadeza mi erecto pene.
Aquellos encuentros en mi cama se hicieron rutina. Ya al recuperarme, Karina siguió entrando a mi habitación con su libro en mano y algunas veces era ella la que posaba su rostro sobre mis piernas mientras yo le leía. Aquello se había vuelto como una rutina religiosa y me gustaba mucho más los encuentros en mi ...