No hay dos sin tres
Fecha: 26/06/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... grito, desatada por completo. Perlitas de sudor cubrieron mi piel, maravillosos espasmos se desencadenaron en mi interior. Imposible de soportarlo más, exploté entre gemidos. Algún atisbo de sentido común hizo que me cubriera la boca con las manos, para acallar mis jadeos y grititos: mis hermanos dormían en la habitación de al lado. Otro zumbido en mi móvil: “¿Me la chupas? Ahora quiero sentirla en tu garganta. ” Aunque acababa de tener un fenomenal orgasmo, volví a sentirme anhelante. Me metí el vibrador en la boca, saboreando mis propios jugos. Luego, cambié de postura. Permanecí de rodillas, recorriendo con los labios y con la lengua el vibrador/pene mientras con los dedos procedía a estimularme el clítoris. El botón estaba hinchado y duro de nuevo, lo presioné. Relámpagos de placer recorrieron por mi pelvis, que empezó a moverse en vaivén. El placer era intenso, exquisito, total. Otro sms: “Ábrete el culo para mí. Quiero follártelo”. Sin dudarlo, me puse a cuatro patas. Empapé mi juguetito con saliva y me acaricié el trasero con él. El sexo anal no era mi preferido, pero enseguida sentí una sensación muy placentera. Mmmmm, deseaba abrírmelo para él. Con una mano, separé una nalga, facilitando el acceso a mi ano. Con la otra, acerqué la puntita del vibrador. empujé. Se me escaparon unos gemidos. La puntita había entrado y la sentía dentro, dura y vibrante. Tomé el móvil y escribí: “Tu polla ya está en mi culo. empújame fuerte. ” Y empujó. fue la primera vez que me ...
... follé el vibrador por detrás. ¡Y cómo lo disfruté! Esa noche me corrí tres veces. La mañana siguiente, esperaba encontrármelo en el supermercado. Nada. Pasé todo el día comprobando el móvil, por si había algún nuevo mensaje. No. Y la noche siguiente, me sentía tan expectante que apenas pude dormir. Al segundo día (él seguía sin decirme nada) le llamé yo. Me saludó satisfecho con un “Te esperaba”. Quedamos para hablar, esa misma tarde. Ante una humeante taza de café, me puso al corriente de la situación: él tenía pareja, aunque eran liberales. Si a mí no me importaba, a ellos tampoco. Los tres podríamos ser amigos y disfrutar libremente del sexo. La verdad es que “la situación” no me agradó demasiado, pero ese hombre me despertaba un inequívoco morbo. Quise seguir experimentando. Tras el café, salimos a pasear. Él vestía vaqueros y camisa. Yo llevaba falda con vuelo y un jersey de tirantes que me realzaba el pecho. Me tomó del brazo y, al andar, nuestras caderas se rozaron. El ligero contacto de su brazo y las ocasionales rozaduras de nuestros cuerpos consiguieron motivarme y reafirmar mi decisión de seguir adelante. Entramos en el parque. Estaba anocheciendo ya y no se veía un alma. Me condujo hasta un rincón, rodeado de setos. Me abrazó con pasión y, con sus labios, abrió los míos. Más que besar, lo que hizo fue devorar. Su lengua exploró dentro de mí, enardeciendo la mía. Súbitamente sentí sus manos en mis pechos, apretándolos y buscando mi pezón bajo el sujetador. Me sentí ...