1. Abertura al placer


    Fecha: 30/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Cavrioto, Fuente: CuentoRelatos

    ... redondas y rabiosas gozan del calor que las fricciona. Veo los pies de las dos, las cuatro plantas me miran y se revolotean por los recios movimientos de las que se aman. Aquellas plantas rosadas parecen arder de placer como si fuesen a estallar de alegría. Athziri toma los pies de Frida y los aprieta. Para la cabalgata: Frida se reincorpora y le ofrece a su amante las tetas más tiernas que se hayan visto. En virtud de semejante vista, tomo unos tacones que yacen esparcidos en el armario y empiezo a lamerlos, besuqueando la piel sintética que en algún momento amparó los pies de mi amiga Athziri y que aún emitían cierto olorcillo a piel. Los tomé y me masturbé.
    
    En este punto no me importaba nada que no fuera ver los dos cuerpos que se unían y se empalmaban con ardor frente a mis ojos. Era, precisamente, mi situación de mirón lo que estimulaba mi adrenalina; el saber que aquellas dos putas, vestidas de santas en la escuela, eran tan extravagantes, tan impuras y tan deliciosas, me causaron un perfecto desenfreno. Ellas ignoraban que un intruso las miraba desde lo alto a través de un resquicio y que se deleitaba en verlas jugar.
    
    Frida se levantó, tomó su bolso y sacó una botellita oscura. Masajeó los pies de su dueña y se los untó con un líquido que asemejaba ser un jarabe. Le tiñó los pies de color amarillo y éste hizo brillar las plantas de mi amiga como dos medallas de oro puro.
    
    -Lame, puta. Chúpalos… sí…
    
    Así lo hizo la sumisa Frida; su lengua recorrió todo el pie ...
    ... de Athziri, chupó los deditos y, con tenues mordiscos, los selló para siempre, bebiendo el jugo que emanaba como río. Chupó el talón, lo escupió y se sentó para colocarlo en su vagina. Athziri supo del deseo de su compañera de modo que movió el pie de abajo hacia arriba. Frida susurraba blasfemias.
    
    No aguanté más y descargué dentro de los susodichos tacones mientras Frida gozaba. Athziri tomó el dildo y comenzó a chuparlo y menearlo, dándose golpecitos en sus labios y mejillas. Frida suspendió su goce para regalárselo a su compañera; así, le arrebató el dildo, se abrochó los arneses y penetró a su esclava. De nuevo tenía, frente a mí, las cuatro delgadas plantas que se retorcían de alegría. Athziri regresaba la vista hacia su verdugo y le pedía que acelerara el paso. Frida la nalgueó, se burló de ella y comenzó la cabalgata.
    
    Mi verga se recuperó y empecé de nuevo. Pasaron unos minutos más y Athziri llegó al éxtasis. Aulló y se regocijó en las almohadillas que rodeaban su rostro.
    
    -Ah, qué rico, qué rico… Vaya, me llevaste al mismo cielo. ¡Dios!
    
    -Maldita puta, eres dura pero cediste a mi verga de plástico, ja, ja, ja. ¡Te amo! –Exclamó Frida.
    
    Ambas quedaron satisfechas de una u otra manera, a lo que procedieron a descansar. ¿Y yo? Preguntarás… pues bueno, una experiencia exquisita que la situación me concedió.
    
    Tuve que esperar a que pasara una hora después de la acción y estar seguro que efectivamente estaban en un profundo sueño. Y ya cuando estaba cruzando ...