1. El bosque


    Fecha: 07/07/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... reducidas dimensiones que se había comprado en las rebajas. Antes de terminar de vestirse se miró al espejo. Realmente el bañador era reducido, incluso provocativo. Aquellas pequeñas cintas a los lados y tan solo el triángulo que cubría su sexo le recordaron las tangas que solía usar. Se sintió descarada pero más atractiva que nunca. Se enfundó sus pantalones cortos de color blanco y aquella camiseta que resaltaba su figura y salió a la calle. Alguien le había hablado de una playa salvaje a poco más de veinte kilómetros de su casa. Una playa muy poco concurrida, plagada de dunas donde poder ocultarse de miradas indeseables y tomar el sol desprovista de ropa, de esta forma intentaría lograr el moreno uniforme que tanto deseaba y que ni siquiera logró con las sesiones de rayos a las que se había sometido en el invierno. Cogió el coche y se puso en marcha. No tardó más de media hora en llegar a través de aquellas carreteras secundarias. Realmente el lugar era idílico, pensó para sí al contemplarlo. Una larga playa, llena de pequeñas dunas y en uno de sus extremos un frondoso bosque. Desde la atalaya que le ofrecía el lugar donde dejó aparcado el coche, observó como tan solo unas doce o catorce personas se ocultaban entre las ondulaciones y la vegetación que se extendía por doquier. No lo dudó, por un sendero tortuoso bajó a la playa y buscó un lugar discreto cerca de aquel bosque. Extendió la toalla, se deshizo de sus pantalones y de la camiseta dejando que su cuerpo, cubierto ...
    ... solo por aquel pequeño biquini, se diese de cara con el sol. Se tumbó sobre la toalla y dejó que el astro rey comenzase su trabajo. Volvió a pensar en su deseo. Quería desnudarse. Jamás lo había hecho fuera del solarium. Sin pensarlo se desprendió de la parte de arriba del biquini y después de la parte inferior quedando completamente desnuda. Notó como un aire de plena libertad llenaba su alma. Siempre quiso hacer algo así pero jamás se había atrevido, sentía un extraño pudor, mezcla de temor y de vergüenza, heredado de la sociedad donde se había criado. Recordó el trabajo que le había costado tomar la decisión de rasurar su sexo. Fue algo que le dijo un secreto admirador de un chat el verano anterior; finalmente tomó la decisión y al verse se sintió más sensual que nunca. Se tumbó sobre la toalla, cerró los ojos y dejó que su imaginación se disparase buscando el morbo de los deseos más inconfesables. Notó que su sexo comenzaba a humedecerse y unas ganas irrefrenables de masturbarse la invadieron. Dejó que sus manos, lentamente, hicieran el resto. De repente se dio cuenta que alguien la estaba observando. Fue una extraña sensación de no sentirse sola. Abrió los ojos y los vio. Tres individuos jóvenes la estaban mirando, convirtiéndose en indeseables testigos de sus masturbación. Con sus manos trató de tapar su sexo y sus pechos, protestando aquella intromisión. Una extraña sensación la embargó. Comprendió que estaba en manos de aquellos jóvenes. De nada le serviría tratar de ...