1. BUEN TERCIO


    Fecha: 14/07/2019, Categorías: Gays Autor: MonsterGuy, Fuente: SexoSinTabues

    ... la boca, el cual ya se había empapado lo suficiente con mis babas, y tomé el de Miguel, el cual escurría presemen, mojando sus gordas bolas con éste, y me lo llevé a la boca, clavándomelo tanto como me era posible en la garganta. Mientras tanto, Adam comenzó a masturbarse, mirando cómo Miguel se comía mi culo. Comencé a alternar mi trabajo oral entre las dos vergas que tenía en la cara, procurando satisfacer del mismo modo a sus respectivos dueños. Cuando me llevaba la verga de Adam a la garganta me esforzaba por oler aquel delicioso aroma que desprendía su vello público y, cuando hacía esto con Miguel, sus jugosos huevos se pegaban a mi nariz y la inundaban con un olor igualmente delicioso, así que no podía decidir entre cuál me gustaba más. Mis dos hombres emitían suspiros de placer cada que mi boca habilidosa rosaba sus falos y practicaba sus gloriosos dotes con ellos; a su vez, la comida de culo que me hacía Miguel me forzaba a sofocar gemidos de placer que tardaban más en salir de mi pecho que en formarse. Miguel apretó mis nalgas con fuerza y dirigió uno de sus dedos pulgares a la entrada de mi cuerpo, sin dejar de sujetarme con el resto de su mano, y lo introdujo lentamente mientras mordía y succionaba los carnosos cachetes que formaban mis nalgas. Mi cuerpo se dobló de tal modo que perdí la concentración puesta en las dos vergas paradas que tenía en la cara. Adam miró mis ojos y la excitación destelló en los suyos; tomó mi cabeza con ambas manos y me metió su verga en ...
    ... la boca; comenzó a mover sus caderas de adelante hacia atrás, penetrando mi boca tal y como lo haría con mi culo. Repetimos este patrón por un rato: Adam se follaba mi boca con rapidez, me liberaba para que Miguel pudiera hacer lo mismo, pero desde abajo, y éste, a su vez, me introducía uno, dos, tres dedos en el ano, mientras yo gemía como una perra. Estaba en el paraíso. —Es hora de que te cojamos —anunció Miguel, parando el movimiento de sus dedos—. Si no, nos harás venir en poco rato con esa boquita tuya. Estoy de acuerdo —concordó Adam. Mis dos acompañantes hicieron de las suyas medio minuto más: Miguel le dio unas últimas lamidas a mi pequeño ano rosa y le metió un dedo medio hasta el fondo, mientras Adam me daba las últimas embestidas, por lo menos las últimas en mi boca. Degusté de ambas vergas por última vez y me esforcé por captar todo su sabor y olor. Miguel me dio una nalgada que hizo sonar la carne blanca de una de mis nalgas y que me quemó cuando su mano quedó marcada con una sombra rosa. —Vamos —me apuró. Levanté una pierna y luego un brazo para dejar salir a Miguel debajo de mí. Una vez fuera, recordé cuál era la posición que habíamos acordado llevar a cabo. Miguel se situó detrás de mí, sobre sus rodillas, tomó mi cintura con una de sus manos y con la otra tomó su miembro hinchado y golpeó una de mis nalgas con la cabeza regordeta de este; poco a poco la dirigió hacia mi ano suave y ejerció un poco de presión sobre él, amenazando con fundirse en mi interior. ...
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