Enculada
Fecha: 30/08/2017,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Enfebrecida, Fuente: CuentoRelatos
Los sucesos recientes me tienen alterada. Algo ha nacido en mí totalmente desconocido para mi mente; ser solo piel, humedad, sexo... y deseo.
Lavando su ropa me he quedado con su prenda íntima. Aún emana un olor a verga de hombre que mi consciencia no percibía y que ahora me alborota los pensamientos! Esa noche de sexo aún la siento en la piel. Mi ano palpita por el deseo de probar una verga dentro. No cualquier verga... quiero la de mi hijo.
He guardado esa ropa en mi habitación y con ella ya me he masturbado varias veces. Hoy casualmente estoy sola en casa; es fin de semana y ninguno de los dos está. El mayor salió de campamento con su grupo de amigos y el pequeño está donde la novia, seguro llega tarde. Me acuesto y apoyo mi rostro en la zona de la entrepierna de la prenda. Cierro los ojos y me dejo llevar. El olor entra hasta mi cerebro y evoca todos los sucesos: veo su herramienta húmeda entrando y saliendo de la conchita de su novia, toda dilatada... ruborizada. Percibo el leve dolor de la dilatación como si fuera mi propia vagina y el fuerte olor a sexo. Elevo mi trasero y mis dedos recorren toda la extensión de mis nalgas y frotan mi raja. También me he depilado toda. Nunca lo había hecho y jamás se me habría ocurrido, pero verla toda suave y sudadita en ella me excitó muchísimo. No solo eso, la mirada de mi hijo sacada de deseo disfrutándola me hizo imitarla... celos, quizás.
Mis manos se sienten calientes y siguen dándole calor a mi cuerpo. Aspiro ...
... nuevamente y se disparan los recuerdos. Esta vez es su gordo glande tratando de perforar el culito. Mi ano se cierra y se relaja espasmódicamente con vida propia. Mi dedo medio se aproxima y siente como es apretado mientras socava sin tregua. Ahhhh, hmmmg... entra otro poco y sin querer abro mi boca. Mis labios prueban un poco de la tela y sienten un sabor a semen. El recuerdo del gusto me hace salivar y pensar en la verga de mi otro hijo... tan caliente, tan dura y suave a la vez. Mi garganta quiere tragar un poco más de leche y me reclama... solo tengo mi almohada para morder... Mi otra boca, la de abajo, también reclama y se abre y cierra ante el ataque de mis dedos hacia el clítoris. Soy todo un charco hirviendo con hambre... mucha hambre.
Veo a mi hijo y sus fuertes manos tomándome mis pechos, hinchados: -Apriétalos, muérdelos por favor... ¡ya no aguanto! Lo beso con furia, penetro su suave boca con mi lengua. Abro la mía y suelto un quejido de puta caliente... quiero que me sienta perversa que me sienta hembra. El mayor llega desde atrás, y todo desnudo frota su pecho en mi espalda... Ahhh siento esos dos pezones gordos como dedos resbalando, y un leño que me quema se apoya entre mis dos nalgas... Mis pensamientos ya me confunden, pues saben que son falsos... pero los siento tan reales! Tengo varios dedos dentro de mi concha, y mi otra mano sigue taladrándome el ano. Nunca hubiera considerado esta posibilidad con mi marido y ahora me siento otra... cuánto tiempo desperdicié! ...