-
Virgo y la tentación.
Fecha: 24/07/2019, Categorías: Masturbación Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... le presentaban a todas sus amigas, pero ahora intentaba colarse mucho más tarde, cuando ya no había nadie despierto y todas las chicas estaban acostadas. El Decano había dejado dicho que no se permitiese a ningún hombre entrar en la residencia femenina, y menos que a ninguno, a Rino, y Virgo efectivamente, había intentado impedírselo. -Vamos, Virgo, pero si tú me conoces… sabes que vengo a ver a mi prima. – Virgo asintió, moviendo arriba y abajo su mandíbula saliente, pero a él le habían dicho que no dejase entrar a ningún hombre, y él tenía que cumplir órdenes… Rino le agarró del hombro y sonrió – Escucha, Virgo, vamos a hacer esto: tú me dejas subir, y mientras, tú piensa algo que quieras. Un deseo. Algo que quieras más que nada en el mundo, y yo intentaré conseguírtelo, ¿hace? Virgo ya sabía lo que quería antes de que el Rompebragas terminase de hablar, pero le dejó subir. Rino corrió subiendo las escaleras de tres en tres y Virgo, sabiéndose solo, agarró una de las bolsas de ropa sucia. Era una bolsa de tela roja, suave, que tenía bordado en negro las iniciales de su dueña: C. J. W. Siempre la dejaba para el final, porque le gustaba recrearse en ella. En las prendas que contenía esa bolsa siempre ponía más suavizante, del más caro. Con frecuencia, las lavaba a mano sin que su dueña se lo pidiera, era las últimas que planchaba para subirlas a su cuarto todavía tibias, y casi todos los días echaba en ellas algunas gotitas de perfume de lavanda o almizcle, o dejaba en ...
... ellas una ramita de hierbas olorosas, como mirto o romero… en una ocasión, pétalos de rosa. Cuando Rino bajó, casi una hora más tarde, Virgo estaba de pie frente a la escalera, esperándole. -Quiero estudiar – dijo a bocajarro – Quiero que me enseñes cosas para poder conversar sin quedar como un tonto. -¿Qué? – A Rino ya se le había olvidado su promesa, y aunque no hubiese sido así, aquél deseo le hubiera pescado igualmente de sorpresa. -Lo que quiero… Eso es lo que quiero, estoy harto de ser el tontarra lavabragas, quiero ser alguien. -Y yo te aconsejo que sigas de lavandero. – bromeó Rino pasando al cuarto de las lavadoras con él – No hay tío en ésta universidad que no se dejase cortar las piernas por poder oler a las tías tan de cerca como tú. – Rino se quedó pensativo por un momento… él conocía a Virgo, sabía que no tenía inquietudes intelectuales, JAMÁS las había tenido. Para él, sólo existía la ropa limpia perfumada, sólo sabía hablar de detergentes, quitamanchas, suavizantes y programas de lavado, su única inquietud era elegir entre lejía o perborato para blanquear las prendas sin estropearlas… ese repentino deseo de ser culto… - Virguito… ¿te gusta alguna tía? ¿Cuál? Virgo agachó la cabeza y sonrió con algo de apuro. -Venga, sinvergüenza, que buenas gallardas te habrás hecho ya a su salud con todo éste "material"… confiesa. – se rió Rino, pero Virgo negó con la cabeza, más apurado aún. -¡No…! No, yo nnno hago esas cosas… bu-bueno, sí las hago, ...