Un pequeño chihuahua, una gran verga
Fecha: 02/09/2017,
Categorías:
Zoofilia
Autor: pelosenlaspiernas, Fuente: SexoSinTabues
Llevaba varias semanas sin hacer el amor con mi esposa, por lo que últimamente andaba muy caliente. Los domingos, cuando me quedo sólo, suelo andar por la casa en bóxers y playera, o incluso sólo en bóxers, como esa tarde. Ya había logrado avanzar gran parte de mis pendientes del trabajo y durante el transcurso del día tuve varias erecciones, así que sentí ganas de jalármela. Fui hasta el sofá de la sala para buscar el canal de porno. Del otro extremo, el perro chihuahua de mi esposa dormía. Me senté tratando de no hacer ruido ni mover el sofá para no despertarlo. Tan caliente estaba que la sola idea de pensar en masturbarme me puso la verga muy dura. Comencé a sobármela primero muy despacio sobre la tela del bóxer mientras buscaba la película. Noté que el precum comenzaba a mojar la tela de mi ropa interior así que me la saqué de inmediato mientras la estrujaba entre mis manos, muy fuerte a ratos, alternando la presión con un suave movimiento de mi pulgar sobre mi glande. Dejé el televisor en el primer canal porno que encontré y con la verga más hinchada a todo lo que daba, me despojé por completo de mis calzoncillos y comencé a jalármela mientras cerraba los ojos sin pensar en nadie en específico, sólo excitado por los gemidos de la pantalla. Cuál fue mi sorpresa cuando de repente sentí una textura caliente y húmeda lamiendo la cabeza de mi palo. Uff! Qué sensación! Se repitió una y otra vez, abrí los ojos y era el chihuahua que ya había despertado e imagino que atraído ...
... por el olor de mi chorizo, se lanzó sobre él. Mi primer pensamiento fue apartarlo de inmediato, pero el placer que me proporcionaba su lengua era tan irresistible que no me pude resistir. El animal comenzó a lamer el surco entre el glande y el tronco, subía de nuevo por toda la cabeza hasta mi uretra, hipnotizado por el sabor de mi precum, mientras yo me retorcía de placer. Lo coloqué sobre mi abdomen y el perrillo parecía más entusiasmado conforme más se congestionaba mi verga. La sostuve de la base con una mano para que él pudiera lamerla con firmeza. ¡Qué sensación! Cada vez que deslizaba su lengua era como si un toque eléctrico me recorriera de pies a cabeza. Comencé a menear suavemente mi miembro, subiendo y bajando lentamente, apretando, deshaciéndome de placer, gimiendo como un animal, tendido en el sofá a merced del pequeño can. De pronto mis gemidos se convirtieron en gruñidos, perdí la noción del tiempo pero el perro no parecía cansarse, comenzó a lamer mis huevos y mi periné, lamía como si de ello dependiera su vida, parecía fascinado por el sabor de mi trozo y sus líquidos. Entretenido en mi tronco, de pronto el precum goteó hasta la base y el perro se esmeró aún más en procurarme placer. Yo sentía que mi verga iba a explotar, la sentía más caliente que nunca, más grande, más dura y más sensible. Abrí los ojos que había mantenido cerrados y vi la cabeza roja, el perro lamiendo con avidez, me dio la impresión de que jamás podría despegarse de mi tronco. Me gustó ver ...