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Mi tía y yo
Fecha: 19/08/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... me voy a vestir. Tu ponte lo más guapa que puedas. Vas a ser mi novia hoy – se volvió y me guiño un ojo. Después desapareció en el interior de la casa. Yo estaba en las nubes. No llevaba ni un día allí y ya se iban a cumplir mis sueños. Yo no entendía porque había que esperar. Yo me la hubiera follado allí mismo, pero después comprobaría que, efectivamente, iba a ser mucho mejor. Aquella noche fue maravillosa, cenamos en sitio muy romántico en Puerto Banús y después fuimos a una discoteca. En condiciones normales no me hubieran dejado pasar, pero yendo con mi tía todo era distinto. Hablamos, reímos y nos abrazábamos, aunque cualquier avance en público mi tía me lo cortaba en seco. Yo no podía más. Le pedí a mi tía irnos a casa. Ella me miró con ternura y me dijo: - Si, mi vida, vámonos ya. Estoy como loca por probar ese coñito – me encanto lo que me dijo. De camino a casa yo me abracé a ella y empecé a besarla. - Ten cuidado, que nos vamos a matar – me dijo medio riendo. Yo no solamente no paré sino que directamente empecé a meter la mano por debajo de su falda y la llevé hasta su entrepierna. Me sorprendí. No llevaba bragas. - ¡Sorpresa! – me dijo riendo – así es más fácil - y abrió sus piernas de para en par. Yo, sin tapujos, comencé a tocar su coño, le abrí los labios con mis dedos y comencé a sobar su clítoris. - Dios, niña, que bien lo haces, cabrona – me gustó que empezara a hablar así. - Tía, estoy tan caliente. - Y yo, preciosa…¿Dónde ...
... has aprendido a hacer estas cosas? – me dijo mientras se retorcía de gusto. - Ya ves…- dije yo, poniéndome chula. Así, metiendo mano a mi tía llegamos a su casa. La puerta del garaje se abrió automáticamente, el coche entró y la puerta se cerró detrás de él. En el momento que el motor se paró, mi tía me cogió y me besó en la boca apasionadamente. - Venga, preciosa, vamos a la cama…estoy impaciente de ver lo que sabes hacer…. – me dijo con voz ronca, truncada por la lujuria. - Tía, haré todo lo que quieras, no me asusta nada y el soy súper caliente, o sea que no te cortes conmigo – le dije con una seguridad que me a mi misma me asombró. Subimos las escaleras a toda prisa mientras ella me tiraba de la mano y casi me arranca el brazo. Llegamos a su cuarto y caímos como dos fardos en la cama. Era una cama de agua enorme y en el techo había un espejo casi tan grande como la cama. La visión de mi tía y yo en la cama me puso a cien. En un instante estábamos las dos desnudas y nos besábamos abrazadas. Tras un beso muy largo en el que nos metimos las lenguas hasta la garganta y nos dábamos gusto una a otra con el dedo, mi tía me dijo: - ¿Sabe tu madre lo zorrita que eres? - Si llega a sospechar algo se muere del susto – y nos reímos las dos. - ¿Te has comido algún coño, preciosa? - Más de uno – conteste yo. - Parece mentira…la última vez que te vi no levantabas un palmo del suelo y ahora eres una cría bien puta….mmmm… con lo que me gusta eso a mi…. - ...