1. Habitación 248


    Fecha: 20/08/2019, Categorías: Hetero Autor: NoeliaMedina, Fuente: CuentoRelatos

    La primera vez que entró, iba acompañado de Gabriela, su mujer. Nunca más se le volvió a ver con ella por las instalaciones delPalace Spa Resort. Las siguientes reservas, cada viernes de cada semana, una chica más joven que él lo llevaba sujeto del brazo o de la cintura. Cómo me gustaba limpiar la habitación 248 cada sábado en la mañana... Emilio era la única persona capaz de sacar esos instintos tan salvajes de mi interior. Del mío y del de cualquiera. Aquel hombre levantaba el interés de todas las féminas que trabajábamos en el hotel y bajaba bragas a su paso. Y si no conseguía bajarlas, os aseguro que las mojaba.
    
    Cada sábado, al abrir la puerta tras avistar el cartel que indicaba el permiso para pasar, lo primero que inundaba mi nariz era el fuerte olor a sexo que se respiraba en la habitación. Un olor que nunca me apetecía liquidar, pero no me quedaba más remedio que ventilar la habitación. Las sábanas siempre estaban revueltas, arrugadas y fuera del colchón y, en la mesita de noche, Emilio, siempre dejaba los evidentes rastros de su fogosidad con cada chica, sin importarle lo que pensáramos las limpiadoras.
    
    Si él supiera lo que pensábamos realmente...
    
    Y yo, mientras recogía los preservativos usados y los tiraba a mi gran cubo de basura o limpiaba con una bayeta húmeda algún lefazo que hubiera cruzado cualquier mueble, me excitaba de manera surrealista, imaginando que era una de esas chicas facilonas que, con suerte, un viernes al azar podría probar su ...
    ... medicina.
    
    Todas ellas eran bombones exclusivos de revistas: modelos, cantantes, caza famosos... Y Emilio era un cuarentón adinerado que dedicaba su vida a invertir y follar. Pero yo no quería su dinero ni ser un bombón arreglado y envuelta en botox; yo quería que Emilio entrara en la habitación mientras limpiaba y me subiera el ridículo uniforme blanco y azul para empotrarme de una manera bestial.
    
    Juro que nunca, nadie, había sacado aquella parte de mí. Y estaba deseando desenfrenarme de aquella manera loca y convertirme en la guarra de Don Emilio.
    
    Aquel sábado, las chicas comentaban en las cocinas que Emilio seguía con su mujer, pues la habían visto con ella la noche antes y varios clientes se habían quejado de los gemidos emitidos a través de sus paredes. Pensar aquello me calentó demasiado y es que el morbo que un tío casado me daba era demasiado.
    
    Aquel sería mi día, sin lugar a dudas.
    
    Dejé la habitación 248 para la última sabiendo que Emilio pasaba a última hora a recoger sus pertenencias después de la verdadera conferencia que cada sábado hacía en la sala de oficios.
    
    Recogí tres condones de la mesita de noche y cambié las sábanas mientras esperaba su llegada. Aquel día no abrí las ventanas; quería que olor a sexo que había creado con su mismísima mujer, estuviera presente mientras lo provocaba. Oí unos pasos acercarse y, siendo precavida por si era él, comencé con el plan trazado: saqué mis bragas y las escondí en el carro de la limpieza. Oí como una tarjeta se ...
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