1. MARTIN Y SU MADRE


    Fecha: 31/08/2019, Categorías: Incesto Autor: Axeldnm, Fuente: SexoSinTabues

    Las hermosas piernas se estiraron lentamente, en tanto la suave seda las iba cubriendo poco a poco. Sentada en la cama, Clara se dejaba llevar por la exquisita sensación de placer que le regalaban las medias mientras subían por sus bien torneados muslos, cubriéndolos de un seductor color plomizo. Cerró los ojos para disfrutar más aún de la suavidad que se deslizaba por sus piernas, sus muslos y finalmente la zona cercana a su entrepierna. Era algo indescriptible el calorcillo que se apoderaba de ella en tanto sus manos tiraban de la media hasta que ésta la cubrió totalmente. Se levantó y se paró frente al espejo, que le devolvía la imagen de cuerpo entero de una hermosa mujer de mediana estatura, piernas hermosamente torneadas, un rostro agraciado, con labios carnosos y sugerentes y, no obstante, una mirada tímida. Su pelo negro caía sobre sus hombros, completando una hermosa visión. En síntesis, tenía ante sí una mujer atrayente, seductora, que haría las delicias de cualquier hombre y a la cual no le faltarían admiradores. Y sin embargo la soledad era su compañía. Desde hacía dos largos años no había tenido sexo con hombre, y las veces que lo había intentado, pues oportunidades tuvo muchas, nunca pudo llegar a la cama. Había en ella algo que le impedía acostarse con un hombre, como si el padre de Martin la hubiera marcado definitivamente. Y no es que él fuera un hito especial en su vida al punto de vivir apegada a su recuerdo. Al contrario, el recuerdo de su primo se había ...
    ... ido perdiendo al punto de no sentir nada especial hacia él, ni como amante ni como padre de su hijo. No. El no era la causa de su problema. Y ahí radicaba su inquietud. ¿Por qué no podía concretar nada con un hombre? ¿Por qué ese temor a entregarse físicamente, cuando le atraía tanto el sexo? Si ella podía fantasear a solas, ¿por qué no podían hacer realidad esas fantasías? Mientras reflexionaba, sus manos acariciaban sus pechos, erguidos, blancos, desafiantes. Le gustaba como lucían sus pechos y sabía que a los hombres les atraían. Y a muchas mujeres también. Decidió cubrirse con un sostén negro, a tono con el calzón que tenía sobre la cama. Lentamente cubrió sus senos, cuyos pezones lucían erectos, producto de sus propias caricias. Se acercó a la cama y tomó el calzón, agachándose para meter una y después la otra pierna. Con un movimiento exquisito de su cuerpo subió la prenda y la acomodó en sus bien formadas nalgas. Volvió a pararse frente al espejo y contempló el efecto. Era digno der apreciar el conjunto, de una belleza impresionante. ¡Qué lástima que ningún hombre pudiera disfrutarlo! Abrió las piernas y pasó una mano bajo el calzón, como para acomodarlo, pero realmente era una caricia final antes de vestirse. Sus dedos se deslizaron bajo al suave tela, paseándose por el canal que formaban sus rosados labios vaginales. Cerró los ojos y haciendo un esfuerzo por no seguir, retiró su mano. Terminó de vestirse y se perfumó, como último detalle para completar su apariencia. ...
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